En un contexto donde millones de contraseñas son filtradas y vendidas en la web oscura, aprender a crear claves seguras es fundamental para evitar robos de información y amenazas a la seguridad nacional.

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En la era digital actual, la protección de la información personal y financiera se ha convertido en una prioridad para usuarios y empresas por igual.

Los ciberataques y las brechas de seguridad aumentan cada año, dejando a millones de personas vulnerables a robos de datos y fraudes. Según un informe reciente de Forbes, en el último año se filtraron aproximadamente 19 mil millones de contraseñas, muchas de las cuales quedaron a la venta en la dark web, una red oculta donde los criminales compran y venden información robada.

Este incremento en la venta de contraseñas se ha visto impulsado por la proliferación de malware conocido como infostealer, que automatiza el robo de datos en dispositivos infectados.

El informe detalla que durante un período de 12 meses se comprometieron más de 19 mil millones de contraseñas, resultado de aproximadamente 200 incidentes de seguridad que afectaron a millones de usuarios en todo el mundo.

Estas filtraciones no solo incluyen listas genéricas, sino contraseñas vinculadas a correos electrónicos reales, lo que facilita su utilización para actividades ilícitas en la dark web o en otros mercados clandestinos.

Históricamente, las brechas de datos no son un fenómeno reciente. Desde el ataque a la base de datos de Yahoo en 2013, que expuso más de 3 mil millones de cuentas, hasta los incidentes en Equifax en 2017, que afectaron a cerca de 147 millones de personas, la vulnerabilidad en la protección de información ha sido una constante.

Sin embargo, la diferencia radica en la escala y la sofisticación de los ataques actuales.

Uno de los aspectos clave para mantenerse protegido es la creación de contraseñas fuertes y complejas. Expertos en ciberseguridad recomiendan que las contraseñas tengan entre 12 y 14 caracteres y que incluyan caracteres especiales, números, mayúsculas y minúsculas.

Es importante evitar usar datos personales como nombres, fechas de nacimiento o palabras comunes, ya que estos son fáciles de adivinar por los hackers.

Por ejemplo, contraseñas como "Tf#2Xp&9Lo$Mg^7b" o "MonkeyJ@6rCycling" son mucho más seguras que palabras sencillas o datos conocidos.

Además, se aconseja no compartir las contraseñas con nadie, crear una diferente para cada servicio y utilizar gestores de contraseñas para recordar las claves complejas.

También es recomendable escribir las contraseñas en lugares seguros y offline, lejos de ojos indiscretos, y estar atento a los sitios web en los que se ingresa información personal, evitando clics en enlaces sospechosos.

En el ámbito tecnológico, también se han desarrollado actualizaciones de sistemas operativos y herramientas de seguridad para reforzar la protección de los usuarios.

Por ejemplo, en la reciente versión candidata de iOS 18.5, Apple introdujo nuevas funciones y corregió errores para mejorar la seguridad de sus dispositivos. Estas medidas, junto con una buena higiene digital, son esenciales para evitar que los cibercriminales accedan a datos sensibles y causen daños mayores.

En conclusión, en un mundo donde las filtraciones y los ataques cibernéticos son cada vez más frecuentes, crear contraseñas robustas y seguir buenas prácticas de seguridad digital no es solo recomendable, sino imprescindible.

La protección de nuestra información personal y financiera depende en gran medida de las decisiones que tomamos en nuestro día a día frente a la tecnología.

Mantenerse informado y actuar con precaución puede marcar la diferencia entre estar protegido y ser víctima de delitos cibernéticos.

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