Un programa educativo en Vancouver combina la cocina con la enseñanza sobre el impacto ambiental de la alimentación, ofreciendo a los jóvenes herramientas prácticas para combatir el cambio climático.

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En Vancouver, un grupo de jóvenes estudiantes está participando en un taller en línea de cocina llamado EcoCooks, donde no solo aprenden a preparar recetas a base de plantas, sino que también se familiarizan con los efectos de sus elecciones alimentarias en el medio ambiente.

El enfoque educativo permite a los niños descubrir cómo la agricultura contribuye a la emisión de gases de efecto invernadero, algo que sorprendió a muchos de ellos.

Jaela Villalobos, una niña de diez años, se unió al taller inicialmente para pasar tiempo con una amiga, pero se ha convertido en una apasionada de la cocina saludable.

"No tenía idea de que la agricultura podía liberar gases de efecto invernadero, así que eso fue sorprendente para mí", comentó Villalobos, quien ha comenzado a disfrutar de los platillos que prepara, como burritos de desayuno y tacos de lentejas.

Gracias a las lecciones prácticas sobre cocina, ella y otros participantes están conectando el conocimiento adquirido con acciones concretas en la lucha contra el cambio climático.

Laura Bamsey, responsable del programa EcoCooks en el área metropolitana de Vancouver, explicó que el objetivo es educar a los estudiantes sobre la relación entre la comida y el medio ambiente, al mismo tiempo que se les otorgan habilidades culinarias y la confianza para tomar acción.

El programa se lleva a cabo en Vancouver y otras ciudades canadienses, ofreciendo sesiones tanto fuera como dentro del aula.

En estas clases, se enseñan temas que van desde los sistemas alimentarios, el uso de la tierra, la biodiversidad hasta el desperdicio de alimentos.

A través de la cocina a base de plantas, los instructores se esfuerzan por usar ingredientes accesibles y saludables, lo que facilita la posibilidad de que los jóvenes repliquen las recetas en casa.

Este enfoque práctico no solo contribuye a la creación de una conciencia ambiental, sino que también fomenta la participación activa de los padres, quienes a menudo siguen el ejemplo de sus hijos al introducir cambios en la dieta familiar.

Zahira Tasabehji, una de las instructoras en Vancouver, expresó que los estudiantes, a pesar de no tener un conocimiento inicial del impacto que sus elecciones alimentarias pueden tener en el medio ambiente, rápidamente comienzan a asociar las lecciones sobre el cambio climático con las recetas que preparan.

"Cuando enseñamos sobre la huella de carbono de diferentes alimentos, los niños empiezan a conectar esos conceptos con sus propias experiencias culinarias”, dijo Tasabehji.

La educación experiencial a través de la cocina también ofrece una vía para abordar la ansiedad climática que muchos jóvenes sienten. Michael Classens, profesor asistente en la Universidad de Toronto, argumenta que es difícil sentirse abrumado cuando se está cocinando junto a otros.

El aprendizaje práctico sobre la comida permite que se realicen discusiones profundas sobre el impacto social y ambiental, así como sobre la justicia y la sostenibilidad.

Ejemplos como el de EcoCooks son un testimonio de cómo la educación alimentaria puede ser transformadora. Estudiantes como Zachary Ho, quien también participa en el programa, han aprendido a no desperdiciar alimentos y a apreciar el valor de la sostenibilidad.

"Me encanta cómo usamos lentejas para ayudar al planeta en lugar de carne pesada", compartió Zac. Este tipo de programas no solo brinda conocimientos vitales, sino que también inspira a las futuras generaciones a ser más responsables en su relación con la comida y el planeta.