Un buzo fue rescatado tras perder su suministro de oxígeno durante 30 minutos en el fondo del océano, gracias a su entrenamiento y a una serie de afortunadas circunstancias.

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Chris Lemons, un buzo experimentado, vivió una experiencia límite que lo mantuvo sin oxígeno durante media hora en el fondo del mar, al ser incapaz de regresar a la campana de buceo debido a un mal funcionamiento en un barco en la superficie.

Su historia es un testimonio de la mezcla entre la suerte, el entrenamiento adecuado y la ciencia.

El día que casi pierde la vida comenzó como otro día rutinario en su trabajo, que no es otro que la reparación de infraestructura petrolera submarina.

Como buzo de saturación, Lemons pasa hasta seis horas diarias bajo el agua, trabajando en condiciones extremas que requieren una adaptación física y mental notable, al vivir de días a semanas en cámaras presurizadas.

En esta ocación, se encontraba en el Mar del Norte, realizando trabajos en una estructura conocida como un manifold de petróleo, tratando de desmantelar una parte de una tubería a unos 100 metros de profundidad.

Mientras estaba en el manifold, las alarmas de su equipo comenzaron a sonar. Su supervisor, desde la embarcación, ordenó a Lemons y a su compañero que regresaran de inmediato a la campana de buceo. La tensión en el aire era palpable; el tono serio de la voz del supervisor indicaba que la situación era crítica.

En ese momento, una falla en el sistema informático del barco hizo que los capitanes perdieran el control del mismo, y las fuertes olas arrastraron a la campana de buceo y a los buzos que estaban conectados por un cable umbilical de 45 metros.

En medio del caos, el cable de Lemons se cortó, dejándolo varado y sin aire. Perdió el conocimiento tras unos 30 minutos de oxígeno, pero, sorprendentemente, salió ileso.

La historia de su milagroso rescate ha sido adaptada en un documental y recientemente en una película titulada 'Last Breath', que cuenta con la actuación de Woody Harrelson y Simu Liu.

Tras el incidente, Lemons fue rescatado por su compañero David Yuasa, pero para ello tuvieron que superar grandes obstáculos.

Mientras Lemons luchaba en la oscuridad, abrumado por la sensación de ser un ancla para un barco de 8,000 toneladas, se dio cuenta de que su compañero Yuasa no podría llegar a él.

En un último esfuerzo, Lemons activó una válvula de un tanque de aire de reserva que utilizaba, prolongando su respiración por ocho o nueve minutos adicionales.

Finalmente, el cable se rompió, dejándolo caer al fondo del océano, donde se encontró solo, decidiendo esperar tranquilamente su destino.

En el momento más crítico, se sintió resignado a la idea de que iba a morir en ese lugar inhóspito, reflexionando sobre su vida y lo que nunca podría alcanzar, como ser padre o tener su propio hogar.

Afortunadamente, el equipo de buzo pudo recuperar el control de la embarcación y regresó a la zona de buceo, donde una cámara ROV permitió localizar a Lemons a tiempo.

Cuando finalmente lo encontraron, habían pasado aproximadamente media hora desde la ruptura de su suministro de aire.

La experiencia de Lemons ha suscitado interés en el ámbito científico. Investigadores han estudiado su caso para entender cómo pudo sobrevivir en tales circunstancias tan extremas. Han señalado que su estado físico y su vasta experiencia como buzo jugaron un papel crucial, además de la mezcla de gases que utilizaba, que incluía helio y oxígeno, lo que le ayudó a conservar energía.

Aunque Lemons no atribuye su supervivencia a la suerte, reconoce que las circunstancias fueron excepcionales. Ahora, continuando su carrera en la industria, ha tomado un papel más seguro como supervisor de buceo, demostrando que ha aprendido de su experiencia, pero también que la vida tiene su propio camino, y después de todo, ha regresado a sus tareas con la misma pasión de siempre.