Una investigación reciente muestra que la planta Squamellaria en Fiji crea compartimentos independientes para alojar distintas especies de hormigas, evitando conflictos y favoreciendo una relación simbiótica compleja. La ruptura de estas barreras provoca enfrentamientos mortales entre las hormigas, evidenciando la sofisticación de estas microhabitaciones naturales.

Imagen relacionada de estudio revela como la planta squamellaria en fiji alberga diferentes especies de hormigas en compartimentos aislados

Estas plantas epífitas, que crecen sobre las ramas de los árboles, producen grandes tubérculos huecos que pueden alcanzar el tamaño de un balón de fútbol, y que han ganado popularidad popularmente como las "testículos de los árboles" debido a su forma y tamaño.

Este tipo de vegetación, en muchas culturas tradicionales de Fiji, se ha considerado un símbolo de vida y resiliencia.

Un estudio reciente, publicado en la revista científica Science, ha revelado detalles inéditos sobre la conducta de estas plantas y la forma en que albergan a diferentes colonias de hormigas en su interior.

Los investigadores, liderados por Guillaume Chomicki, biólogo evolutivo de la Universidad de Durham en el Reino Unido, descubrieron que las Squamellaria construyen compartimentos separados con entradas distintas dentro de sus tubérculos, permitiendo que varias especies de hormigas vivan en armonía, pero en espacios claramente delimitados.

Este hallazgo es particularmente sorprendente, ya que en condiciones normales, las hormigas de distintas especies suelen ser territoriales y agresivas entre sí, lo que hace difícil imaginar su coexistencia en un mismo espacio tan reducido.

La clave de esta convivencia pacífica radica en la estructura especializada que las plantas crean. Gracias a avanzadas técnicas de análisis 3D, los científicos pudieron observar cómo estos tubérculos contienen una especie de red de pasajes internos, que no son excavados por las hormigas, sino generados por la misma planta gracias a su genética.

Esta configuración permite que cada colonia de hormigas tenga un propio 'apartamento' con acceso exclusivo, evitando así conflictos entre ellas.

Los investigadores también demostraron que si se rompen estos compartimentos, las hormigas reaccionan con feroces ataques entre sí, luchando hasta la muerte en cuestión de minutos.

Este comportamiento, aunque brutal, refleja la estrategia evolutiva que ha desarrollado la planta para mantener la estabilidad de su microhábitat. La separación física dentro de los tubérculos impide que las diferentes colonias de hormigas entren en conflicto, facilitando una relación mutuamente beneficiosa: las hormigas protegen a la planta de plagas y depredadores, mientras que la planta les provee un refugio seguro y sustento en forma de residuos y materia orgánica.

Estas comunidades de hormigas pueden llegar a contar con millones de individuos distribuidos en múltiples colonias, cada una en su espacio protegido.

La interacción entre Squamellaria y las hormigas es un ejemplo fascinante de cómo la naturaleza desarrolla mecanismos sofisticados para mantener la coexistencia entre especies que, en otras circunstancias, serían enemigos acérrimos.

La investigación también aporta luz sobre la evolución de las relaciones simbióticas en ambientes móviles y no terrestres. La capacidad de estas plantas para gestionar distintas colonias de hormigas en un mismo sistema desafía las teorías tradicionales que sostenían que la cooperación interestérica en tales contextos era inviable.

El hallazgo confirma que la naturaleza siempre encuentra formas innovadoras de resolver los desafíos ecológicos.

Tiene implicaciones importantes en la conservación de ecosistemas en #Fiji y otras regiones tropicales

Esta interacción, además, tiene implicaciones importantes en la conservación de ecosistemas en Fiji y otras regiones tropicales, donde especies de plantas y animales dependen de relaciones simbióticas complejas para su supervivencia.

La creciente destrucción de hábitats podría poner en riesgo estos delicados equilibrios, por lo que estudiar y entender estos mecanismos se vuelve fundamental para diseñar estrategias de protección.