Investigadores descubren tres nuevas especies de cangrejos marinos que habitan cerca de respiraderos hidrotermales y berrean bacterias que transforman metano en nutrientes, lo que amplía la comprensión del ciclo del metano y su impacto en el ecosistema oceánico.

Imagen relacionada de nuevas especies de cangrejos marinos bacterias metano

Estos cangrejos, que pertenecen al género *Sericosura*, presentan características físicas singulares, como una apariencia inteligente y una cierta apariencia adorable, según los investigadores.

Sin embargo, lo que realmente distingue a estas especies es su relación simbiótica con bacterias que habitan en sus cuerpos y que les permiten aprovechar el metano como fuente de alimento.

El descubrimiento, publicado en la revista *Proceedings of the National Academy of Sciences*, ha profundizado considerablemente el conocimiento acerca del ciclo del metano en los ambientes profundos del océano, y también puede tener implicaciones importantes en las estrategias para mitigar el cambio climático.

La capacidad de estos animales para «cultivar» bacterias que convierten el metano en nutrientes es un ejemplo fascinante de la adaptabilidad de la vida en entornos extremos y poco accesibles.

Históricamente, el metano ha sido considerado un gas de efecto invernadero sumamente potente, con un potencial de calentamiento mucho mayor que el del dióxido de carbono en las primeras décadas tras su liberación.

Se estima que aproximadamente el 30% del calentamiento global actual podría estar vinculado a emisiones de metano, principalmente por actividades humanas como la agricultura, la minería y la extracción de combustibles fósiles.

Sin embargo, en los ecosistemas naturales, el metano también cumple funciones esenciales, facilitando la existencia de comunidades microbianas en ambientes profundos y hostiles.

A diferencia de la mayoría de los cangrejos, que se alimentan de diversos organismos como anémonas, gusanos o esponjas, estos *Sericosura* muestran una especialización sorprendente: en lugar de cazar, se dedican a mantener relaciones de mutualismo con bacterias específicas.

Tras la reproducción, los machos llevan en sus cuerpos sacos de huevos y transmiten a las crías estas bacterias que convierten el metano en compuestos nutritivos, asegurando así su sustento en un entorno donde escasean los recursos.

Este comportamiento de «granjeros intergeneracionales» se asemeja al modo de vida de algunos gusanos y otros crustáceos que también tienen relaciones simbióticas con microbios.

Aunque se sabe que estas colonizan la superficie de los cangrejos y que sus actividades metabolizan el metano que se libera en las fisuras #hidrotermales del fondo marino

Se desconoce aún qué beneficio obtienen exactamente las bacterias de esta relación, aunque se sabe que estas colonizan la superficie de los cangrejos y que sus actividades metabolizan el metano que se libera en las fisuras hidrotermales del fondo marino.

La capacidad de estos animales para facilitar el ciclo del carbono en las profundidades oceánicas ha despertado interés en la comunidad científica, no solo por su valor ecológico, sino por su potencial en la adecuada gestión y comprensión del impacto del metano en el cambio climático.

Este descubrimiento también revela que fenómenos similares en ambientes profundos siguen siendo poco conocidos y que las especies que habitan en esas áreas podrían jugar un papel más importante en los procesos globales que lo que se pensaba anteriormente.

La exploración de estos hábitats extremos, aunque desafiante debido a su inaccesibilidad, es fundamental para entender mejor cómo funciona nuestro planeta y qué medidas podría tomar para preservar estos delicados ecosistemas.

Dado que la actividad en los fondos marinos, incluyendo la minería profunda, está siendo cada vez más promovida por intereses económicos, este tipo de investigaciones enfatiza la importancia de estudiar y proteger estos ecosistemas antes de que sean afectados.

Como advierten expertos como Guadalupe Bribiesca-Contreras del Museo de Historia Natural del Reino Unido, el conocimiento previo es clave para evitar daños irreparables y para comprender qué servicios ecológicos brindan especies aún desconocidas.