Con el creciente riesgo de extinción de diversas especies, científicos se apresuran por nombrar y catalogar millones de formas de vida que aún permanecen en la sombra.

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En un contexto de alarmante pérdida de biodiversidad, investigadores han revelado que un porcentaje abrumador de las especies en el mundo aún permanece desconocido.

En 2023, científicos hallaron miles de formas de vida no identificadas en el fondo del Océano Pacífico, un descubrimiento que subraya la majestuosa riqueza de nuestro entorno marino.

De acuerdo a estimaciones, existe un total de alrededor de 10 millones de especies en el planeta, de las cuales solo 2 millones han sido nombradas y clasificadas por la ciencia.

Esto significa que aproximadamente el 86% de las especies terrestres y el 91% de las especies marinas siguen sin ser descubiertas. Este preocupante hecho plantea la interrogante de si el tiempo se nos agota para catalogar la vida que nos rodea.

Utilizando vehículos controlados a distancia, los investigadores llegaron a profundidades marinas de más de 4,100 metros, donde localizaron criaturas como anémonas de mar abisales, parientes cercanos de las medusas.

El ecosistema del fondo marino resultó ser un jardín vibrante de vida, desafiando la noción de que estas áreas eran desiertos biológicos, tal como se consideraban en el contexto de la minería submarina.

Quentin Wheeler, un entomólogo y taxónomo estadounidense, afirma que la empatía por las especies que no conocemos es difícil. Sin una conexión directa con estas formas de vida, resulta abstracto entender el impacto de su posible desaparición. "Es complicado apreciar lo que estamos a punto de perder sin haber observado y descrito lo que hace a cada especie única entre las millones de existentes", dice Wheeler.

La taxonomía tiene raíces en tiempos antiguos, pero fue el naturalista y médico sueco Carl Linnaeus quien, en el siglo XVIII, estableció el sistema de clasificación que conocemos hoy.

Linnaeus es considerado el 'padre de la taxonomía moderna', introduciendo el sistema de nomenclatura binomial que incluye dos partes para identificar cada especie.

Sin embargo, el sistema de Linnaeus incursiona en limitaciones, desde conexiones ideológicas hasta la incapacidad para considerar la evolución. Esta concepción está cambiando, ya que, en el siglo XX, la taxonomía ha adoptado una nueva forma que refleja los desarrollos en biología evolutiva.

A pesar de los avances, la ciencia de la taxonomía enfrenta con urgencia una disminución en la cantidad de expertos calificados. Un estudio de 2023 destacó que muchos museos de historia natural tienen una cantidad de taxónomos que se ha reducido a la mitad en comparación con hace una generación.

Restablecer la importancia y financiación para la investigación taxonómica es crucial para abordar esta crisis. Los esfuerzos continuos de conservación dependen de que los científicos puedan comunicarse y colaborar sobre las especies, para garantizar que se adopten medidas adecuadas para su preservación.

Además: en Ontario, un grupo de tres amigos trabaja en un proyecto para catalogar nombres de aves en Anishinaabemowin, la lengua de los Anishinaabe, el pueblo indígena de la región de los Grandes Lagos.

Este proyecto ha revelado nombres tradicionales de más de 170 especies y ha dado origen a un entendimiento más profundo de la interconexión entre los seres humanos y la naturaleza.

Como nos recuerda Wheeler, es demasiado fácil ignorar la riqueza de biodiversidad que nos rodea. Un mayor conocimiento sobre estas especies y sus historias puede inspirar un cambio en nuestra percepción y fomentar un mayor respeto hacia el planeta, asegurando que hagamos los sacrificios necesarios para que estas preciosas formas de vida continúen existiendo.