Investigadores advierten sobre el potencial creciente de la chatarra espacial para interrumpir el tráfico aéreo, tras un estudio de la Universidad de Columbia Británica.

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Recientes investigaciones realizadas por un grupo de científicos de la Universidad de Columbia Británica (UBC) han revelado que la chatarra espacial que reingresa a la atmósfera terrestre tiene un creciente potencial de interrumpir el tráfico aéreo.

Dicha interrupción podría manifestarse si las autoridades deciden cerrar el espacio aéreo como medida de precaución. El estudio, titulado "Cierres de espacio aéreo debido a la reentrada de objetos espaciales", publicado el 23 de enero en Scientific Reports, señala que la industria espacial está generando riesgos y costos significativos para la aviación, las tripulaciones aéreas y los pasajeros.

Aaron Boley, profesor asociado en la UBC y co-director del Outer Space Institute, enfatizó la necesidad de cambiar la percepción actual, donde muchos creen que las actividades en órbita no afectan nuestra vida en la Tierra.

Sin embargo, el aumento en el número de vuelos comerciales y el incremento de partes de cohetes y satélites en órbita están elevando el riesgo de interrupciones significativas en el tráfico aéreo debido a reingresos no planificados.

El estudio encontró que la probabilidad de que la reentrada de chatarra espacial afecte áreas de alto tráfico aéreo alrededor de aeropuertos importantes es de apenas un 0.8% anual. Sin embargo, para otras áreas más extensas, donde también hay un considerable movimiento aéreo, esta probabilidad se eleva hasta un alarmante 26% por año.

Entre estas áreas de alto riesgo se incluyen el noreste de Estados Unidos, el norte de Europa y grandes ciudades en la región de Asia-Pacífico.

Boley advirtió que estos hallazgos son solo un instante en el tiempo y que el riesgo seguirá aumentando. Aunque algunos lanzamientos espaciales incluyen reentradas planificadas para controlar la ubicación y el tiempo de caída de los artefactos, esta práctica sigue siendo la excepción y muchos lanzamientos no toman en consideración este aspecto en su diseño.

La situación de la chatarra espacial no es nueva. Desde hace décadas, numerosos satélites y partes de cohetes obsoletos orbitan alrededor de la Tierra, potencialmente en vías de caer. Aunque suelen desintegrarse al entrar en la atmósfera, ciertos componentes pueden ser tan grandes como un autobús escolar y, en caso de que no se desintegren completamente, pueden representar un peligro considerable.

En un caso notable, un artefacto de la estación espacial internacional fue liberado en 2021, generando preocupación cuando un soporte metálico, que se esperaba que se quemara al reingresar, atravesó el techo de una vivienda en Florida.

La investigación también destaca que, aunque la probabilidad de que un avión sea impactado por chatarra espacial es baja, no es cero, convirtiéndola en un evento de alto riesgo con baja probabilidad.

Esto, sumado a la posibilidad de que las autoridades de aviación cierren espacios aéreos ante una reentrada no controlada, puede llevar a retrasos significativos para los vuelos.

De hecho, en un incidenta ocurrido en noviembre de 2022, una reentrada no controlada de un cuerpo de cohete de 20 toneladas llevó a que se cerrara un importante sector del espacio aéreo, afectando a 645 aviones que experimentaron retrasos promedio de 29 minutos.

Boley concluye que la industria espacial tiene la responsabilidad de prevenir estos riesgos y adoptar prácticas de reentrada controladas. "Es fundamental que dejemos de abandonar objetos en órbita, necesitamos una gestión adecuada de nuestro patrimonio espacial", afirmó. La situación actual subraya la interdependencia entre las industrias espacial y aérea y la importancia de coordinar esfuerzos para salvaguardar la seguridad tanto en el espacio como en la tierra.