El Puerto de Prince Rupert, en Canadá, planea realizar pruebas con camiones autónomos para afrontar una posible escasez de conductores y aumentar su capacidad ante futuros crecimientos de carga. Sin embargo, sindicatos locales se oponen, argumentando riesgos laborales y de seguridad.

El Puerto de Prince Rupert, uno de los mayores en Canadá y considerado el más cercano a Asia, ha anunciado planes para realizar pruebas con camiones autoconducidos, en un esfuerzo por mejorar su capacidad logística en medio de una posible escasez de conductores para el año 2026.
Esta iniciativa surge en un contexto donde la carga marítima en la región experimentará un crecimiento notable debido a dos proyectos de expansión que se espera finalicen en 2026 y 2027.
Según una presentación interna obtenida por CBC News, el puerto estima que los volúmenes de transbordo de contenedores aumentarán considerablemente en los próximos años.
La frecuencia de los movimientos diarios de camiones que conectan la terminal de contenedores de DP World en Prince Rupert con otros puntos de la cadena logística pasaría de 176 a 1.322 en 2030. Una tasa de crecimiento que refleja la necesidad de innovar en la gestión del flujo de carga y la posible implementación de tecnologías avanzadas.
Como parte de estos esfuerzos, el Puerto de Prince Rupert realizó el año pasado pruebas de conducción autónoma con camiones durante aproximadamente 1.000 kilómetros en diferentes escenarios, incluyendo caminos de grava y transporte de carga en entornos controlados. La intención es ampliar estos tests en junio y julio de 2025, en un intento por determinar la viabilidad de incorporar vehículos autónomos en sus operaciones habituales.
El plan contempla que los camiones sin conductor solo se integrarán si la actual plantilla de conductores se ve sobrepasada, situación que podría ocurrir en 2026, dado el crecimiento esperado del volumen de carga.
Durante las pruebas, siempre habrá un conductor de seguridad a bordo, listo para intervenir en caso de emergencias o fallos técnicos.
Sin embargo, la iniciativa ha generado una fuerte resistencia entre los sindicatos. La unión de conductores, Teamsters Canadá, que representa a unos 30 conductores en el puerto, expresó su rechazo rotundo a esta propuesta, argumentando que la automatización puede amenazar sus empleos y poner en riesgo la seguridad de los trabajadores.
El portavoz de la unión, Christopher Monette, afirmó a CBC News que no están en contra del avance tecnológico en sí, sino que rechazan “la mala gestión disfrazada de innovación”.
Además, manifestó su preocupación por cómo los vehículos autónomos podrían responder ante condiciones climáticas adversas, como hielo negro o deslizamientos, comunes en la zona.
Por su parte, Rob Ashton, presidente de la Unión Internacional de Trabajadores Portuarios, expresó inquietudes respecto a que la automatización pueda extenderse a otras áreas del puerto, afectando directamente a un sector laboral que en 2023 registró cerca de 7,400 trabajadores sindicalizados, muchos de los cuales enfrentan incertidumbre laboral.
A nivel internacional, el debate sobre la automatización portuaria no es nuevo. Según un informe de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) de 2021, las terminales automatizadas no son necesariamente más productivas que sus contrapartes tradicionales.
Además, estudios de consultoras como McKinsey indican que la automatización puede reducir costos laborales en un 15%, pero a la vez, afectar la productividad si no se implementa con una estrategia integral.
El Puerto de Vancouver, el más grande de Canadá, ha declarado que actualmente no tiene proyectos en desarrollo relacionados con camiones autónomos, lo que contrasta con las ambiciones de Prince Rupert.
La empresa Ontario-based NuPort Robotics, encargada de las pruebas, defiende que los camiones automáticos podrían transformar la industria del transporte, haciéndola más segura, eficiente y sustentable.
Este escenario refleja una tendencia global donde las tecnologías de automación portuaria se consideran como una posible solución a los desafíos de crecimiento y modernización, pero también despiertan dudas respecto a su impacto social y laboral.
La experiencia de Prince Rupert será un antecedente para otros puertos en Canadá y más allá, en un momento en que la industria marítima busca equilibrar innovación y protección de sus trabajadores históricos.