Astrónomos detectan un nuevo objeto interestelar, el tercero conocido, que ingresa a nuestro sistema solar sin representar peligro para la Tierra.

Imagen relacionada de tercer objeto interestelar confirmado en nuestro sistema solar

Este hallazgo refuerza la idea de que el espacio cercano a nuestro sistema solar es más activo de lo que se pensaba y nos brinda una oportunidad única para estudiar materia que proviene de otras estrellas.

El primer objeto interestelar detectado fue 'Oumuamua en 2017, un cuerpo que sorprendió a la comunidad científica por su forma alargada y por su trayectoria hiperbólica, que indicaba un origen externo a nuestro sistema solar.

Luego, en 2019, se confirmó que el cometa 2I Borisov también provenía del exterior, revolucionando nuestras ideas sobre la cantidad de cuerpos interestelares que pueden atravesar nuestro vecindario espacial.

El nuevo hallazgo, A11pl3Z, fue observado inicialmente por el telescopio de alerta temprana ATLAS, que constantemente monitorea asteroides con potencial impacto.

El objeto, que aún no ha sido definido claramente si es un asteroide o un cometa, presenta características que sugieren un origen interestelar, principalmente por su órbita y su alta excentricidad, estimada en 6.

Esta cifra es mucho mayor que la de los cometas periódicos, cuya excentricidad suele estar entre 0.2 y 0.7, y que generalmente provienen de la nube de Oort, una vasta región de nuestro sistema que contiene miles de millones de cuerpos helados.

En el caso de A11pl3Z, la alta excentricidad indica que su trayectoria proviene seguramente desde fuera de la influencia gravitacional del sistema solar—probablemente de otra estrella o de una nube de objetos interestelares.

Actualmente, el cuerpo se encuentra a una distancia equivalente a la órbita de Marte, aproximadamente 228 millones de kilómetros, y se espera que en octubre pase cerca de la órbita de Júpiter, aunque sin llegar a acercarse demasiado.

Después de ese acercamiento, seguirá su camino de salida, abandonando nuevamente nuestro sistema solar.

Lo que lo convertiría en el mayor de los #objetos interestelares detectados hasta ahora

Respecto a su tamaño, las estimaciones iniciales sugieren que A11pl3Z sería aproximadamente de 10 kilómetros de diámetro, lo que lo convertiría en el mayor de los objetos interestelares detectados hasta ahora.

La observación continua y futuras mediciones permitirán concretar su tamaño con mayor precisión. Para contextualizar, en 2017 'Oumuamua medía unos 400 metros, y Borisov aproximadamente 3 kilómetros, por lo que A11pl3Z sería significativamente más grande.

¿Podría ser esto un objeto no identificado, como un ovni? Según los científicos, no hay evidencia que sugiera un comportamiento anómalo o detectable que lo diferencie de otros cuerpos astronómicos.

La trayectoria y la velocidad de A11pl3Z son coherentes con un objeto natural que atraviesa nuestro espacio en su camino de salida, alejándose de nosotros.

Esto no impide que, con un análisis más profundo, puedan surgir nuevas interpretaciones, pero por ahora, la comunidad científica mantiene que se trata de un cuerpo celestial naciente en nuestro vecindario cósmico.

Este descubrimiento se realiza en un momento en que las nuevas tecnologías, como el telescopio Vera C. Rubin en Chile, están comenzando a operar y se espera que detecten entre uno y diez cuerpos interestelares cada año. La mejora en los sistemas de observación aumenta las probabilidades de encontrar y estudiar estos objetos de forma más detallada, aportando valiosa información sobre las condiciones en otras estrellas y posibles procesos de formación de cuerpos celestes.

A nivel histórico, estos objetos revelan que nuestro sistema solar puede estar en contacto, de manera ocasional, con materia que no se originó en él.

La presencia de objetos interestelares nos ayuda a entender más sobre las estrellas y las nubes de polvo que existen en la galaxia, así como los procesos de interacción entre sistemas estelares.

En resumen, A11pl3Z representa un avance importante en la #astronomía moderna y en nuestra comprensión del universo. La comunidad científica seguirá vigilando el cuerpo en los próximos meses, con la esperanza de obtener más detalles y comprender mejor su origen y composición, que podrían aportarnos pistas sobre otros sistemas estelares lejanos.