El consistorio santanderino continúa con la sustitución de placas en calles con nombres franquistas, afectando a más de 200 comunidades, en cumplimiento de la Ley de Memoria Democrática y mediante un plan escalonado que prioriza la comunicación con los vecinos.

El Ayuntamiento de Santander ha avanzado en su compromiso de eliminar los vestigios del franquismo en la nomenclatura urbana, llevando a cabo una serie de cambios en las calles que aún conservan nombres relacionados con la dictadura.
La iniciativa forma parte de la aplicación de la Ley de Memoria Democrática, que busca reparar la memoria histórica y promover valores democráticos en la ciudad.
Desde el inicio del proceso, el consistorio ha trabajado en un plan meticuloso y escalonado para sustituir las placas de las calles, informando previamente a las comunidades afectadas y coordinando los trabajos con diferentes departamentos municipales, como talleres, vialidad y estadística.
La finalidad es reducir al máximo las molestias para los vecinos y garantizar una transición ordenada.
Una de las intervenciones más recientes ha sido en la calle que anteriormente se llamaba Alto de los Leones, que ahora lleva el nombre de Benito Madariaga, en honor a uno de los referentes en la lucha por la memoria democrática en Cantabria.
La renovación de señalización incluyó la colocación de nuevas placas, tras una comunicación previa a las comunidades de residentes, que en este caso estaban divididas en dos bloques.
Los operarios municipales realizaron los trabajos con la mayor precisión, empleando grúas y cerrando parcialmente la circulación en algunos casos para facilitar la instalación en lugares de difícil acceso.
Además, en otras calles se han llevado a cabo cambios similares: la calle Alcázar de Toledo pasó a denominarse Cuesta de las Ánimas y afectó a diez comunidades; la calle Belchite ahora será José Luis Casado Soto, impactando a dos comunidades; Capitán Cortés se convertirá en Miguel Ángel García Guinea, con tres comunidades; y Montejurra cambiará a Valentín Lavín Casalís, beneficiando a once comunidades.
Estas modificaciones forman parte de un cronograma que se extiende durante todo el verano, con la finalidad de que todos los residentes, empresas y organismos implicados estén informados y puedan prepararse para los cambios.
El proceso de renombramiento también incluye calles con nombres como Carlos Haya, que pasará a llamarse Antonio de Tova y Arredondo; García Morato, por Juan Antonio Gutiérrez de la Concha; General Moscardó, por Bernardo de Miera y Pacheco; y General Díaz de Villegas, que será José de Bustamante y Guerra.
Otras vías afectadas son Brunete, Alféreces Provisionales, Sargentos Provisionales, Zancajo Osorio, Ruiz de Alda, Camilo Alonso Vega y General Dávila, esta última en proceso de cambio debido a la gran cantidad de comunidades involucradas.
El Ayuntamiento ha destacado la importancia de respetar el patrimonio democrático y de promover espacios urbanos que reflejen los valores actuales. La eliminación de nombres relacionados con el franquismo pretende también favorecer la memoria y la reparación histórica, en línea con las recomendaciones internacionales y las leyes españolas.
Este proceso ha sido acompañado de una campaña informativa para que los residentes conozcan los motivos, el calendario y las implicaciones de los cambios.
La administración local reafirma su compromiso de gestionar esta transición de manera transparente y respetuosa, buscando minimizar las molestias y facilitar que todos los ciudadanos puedan adaptarse sin inconvenientes.
En total, más de 200 comunidades serán afectadas por el cambio de nombres, que simbolizan una apuesta decidida por la memoria democrática y la reparación histórica en Santander.
La ciudad continúa así su camino hacia una convivencia basada en el respeto, la justicia y la recuperación de su historia democrática.