El uso correcto de un casco homologado y acorde a las necesidades ayuda a reducir significativamente los riesgos y la gravedad de lesiones en accidentes de moto. Conoce los criterios de seguridad, materiales y tipos de cascos recomendados.

Imagen relacionada de importancia del equipamiento para la seguridad motociclista

Entre todos los elementos de protección, el #casco es sin duda el más importante, ya que su uso correcto puede disminuir hasta en un 70% el riesgo de lesiones graves en la cabeza y reducir en un 39% la probabilidad de fallecimiento en caso de accidente.

En muchos países, incluyendo Argentina, la normativa establece que el uso del casco es obligatorio tanto para motociclistas como para cuatriciclos. Sin embargo, la elección del modelo adecuado y su correcto uso no siempre son considerados por los usuarios. Es común que algunos conductores opten por cascos inadecuados o que no los lleven ajustados correctamente, lo que compromete su nivel de protección.

La elección de un casco requiere atención a diversos factores: materiales, homologación, tamaño, comodidad y estilo. En Argentina, los cascos deben cumplir con certificaciones específicas, como la homologación ECE R22-05 o la norma IRAM Nº 3621, que aseguran que han pasado por rigurosas pruebas de impacto, resistencia del sistema de retención, visibilidad y estabilidad.

La presencia de una etiqueta visible con el número de certificación en el casco es garantía de que cumple con los estándares de seguridad.

Desde un punto de vista histórico, el casco evolucionó considerablemente desde sus primeras versiones de cuero y concha rígida, hasta los modernos cascos hechos con fibras de vidrio, kevlar o carbono, que ofrecen una resistencia superior con menor peso.

Los cascos de policarbonato son los más accesibles económicamente, mientras que los de fibra de vidrio y kevlar, aunque más costosos, proporcionan mayor protección y ligereza.

Los cascos de fibra de carbono o tricomposite, que combina carbono, vidrio y kevlar, se sitúan en la gama más alta y ofrecen máxima resistencia en impactos.

El interior acolchado es fundamental para la protección, ya que absorbe parte de la energía generada en un golpe, ayudando a disminuir la velocidad de impacto y protegiendo el cerebro del contacto directo con el cráneo.

La necesidad de renovar el casco tras un impacto o después de varios años en uso radica en que pierde efectividad con el tiempo

Además, la necesidad de renovar el casco tras un impacto o después de varios años en uso radica en que pierde efectividad con el tiempo, siendo aconsejable reemplazarlo cada 5 a 7 años, incluso si no presenta daños visibles.

Otra consideración importante es la comodidad. Un casco que ajuste correctamente, sin apretar en exceso ni movimiento, reduce distracciones durante la conducción. El peso también influye en la seguridad; los cascos integrales, los más utilizados en rutas largas, suelen pesar entre 1.150 y 1.500 gramos, mientras que los modulables alcanzan los 1.800 gramos y los modelos jet o 3/4, diseñados para ciudad, pesan aproximadamente entre 1.000 y 1.100 gramos.

Existen diferentes tipos de cascos diseñados para distintas necesidades y estilos de conducción: los jet o 3/4, livianos y ventilados, ideales para la circulación urbana; los clásicos retro, que protegen solo la parte superior del cráneo; los modulables, que facilitan el proceso de colocación y son adecuados para viajes largos; y los integrales, que cubren toda la cabeza, ofrecen aerodinámica y máxima protección, aunque pueden generar sensación de encierro.

Para actividades off-road, como trial, enduro o motocross, se recomienda el uso de cascos especiales diseñados para esos deportes, aunque no se sugiere su utilización en rutas asfaltadas.

La vida útil de los cascos es limitada, generalmente de cinco a siete años, y su reemplazo es imprescindible tras cualquier impacto, incluso si no hay daños visibles.