Realizamos una travesía de 700 km en un Audi Q8 e-tron para evaluar su autonomía y eficiencia en carretera.
La adopción de vehículos eléctricos enfrenta un reto primordial: la distancia máxima que pueden recorrer antes de requerir una recarga y el tiempo necesario para restaurar la energía de su batería.
Sin embargo, la reciente evolución en los modelos y tecnologías de carga ha mejorado significativamente este aspecto.
Con el objetivo de comprobarlo, realizamos un viaje de 700 kilómetros de Buenos Aires a Córdoba a bordo de un Audi Q8 e-tron, superando así la autonomía prometida por la marca.
Este trayecto no solo serviría para evaluar la eficiencia del vehículo, sino que también implicaría viajar a una velocidad promedio, similar a la que se lograría con un automóvil de motor de combustión.
La excusa para este recorrido fue la nueva infraestructura que Audi y su aliado Shell Recharge han implementado a lo largo de la Ruta Nacional 9 y la autopista Rosario-Córdoba (AU9). Este corredor eléctrico cuenta con cargadores potentes, lo que permite recargar las baterías en menos tiempo.
Comenzamos el trayecto con algunas incertidumbres, pero al final quedó claro que era viable realizar viajes largos en un auto eléctrico sin complicaciones.
El Audi Q8 e-tron Sportback, el modelo elegido, representa la evolución del e-tron, que se lanzó en 2020 como el primer vehículo eléctrico de la marca en Argentina.
No solo ha aumentado su nombre, sino que también ha mejorado su eficacia, impulsado por la incorporación de una batería de mayor capacidad.
En términos técnicos, la capacidad de la batería ha incrementado de 86,5 kWh a 106 kWh, sin cambiar su volumen físico.
Este avance se debe a una mejora en la química de la batería.
El diseño aerodinámico del vehículo también ha recibido mejoras, como el carenado completo en la parte inferior, que reduce la resistencia al aire, y perfiles de alerones adicionales para optimizar el flujo de aire.
Gracias a estas mejoras, el coeficiente de resistencia aerodinámica ha pasado de 0,26 a 0,24. Con estas iniciativas, la autonomía del modelo actual se eleva hasta 600 km homologados, aunque en condiciones reales se puede esperar alrededor de 450 km de autonomía.
Nuestra travesía comenzó con el Audi completamente cargado y cuatro pasajeros a bordo.
En los primeros 150 km, condujimos en un rango de velocidad de 90 a 110 km/h, llegando a San Pedro con un 70 % de carga restante, lo que nos dio una autonomía teórica de 350 km.
Buscando aprovechar los cargadores de alta capacidad de 150 kW de Shell, hicimos una parada de 10 minutos para recargar hasta el 80 %.
Posteriormente, aumentamos nuestra velocidad promedio a 120 km/h.
Sin embargo, al llegar a Funes, la segunda parada nos mostró que los cargadores más lentos no eran eficaces.
Por último, en Marcos Juárez, recargamos nuevamente antes de completar los últimos 260 km hacia Córdoba, donde la autonomía de la computadora de a bordo aseguraba 452 km.
El viaje culminó en un tiempo total de entre 8 y 8:30 horas, que es comparable a un trayecto en un automóvil tradicional, gracias a la existencia de cargadores rápidos que permiten una experiencia de conducción relajada y sin contratiempos.
Este tipo de infraestructuras es crucial para viabilizar el uso de vehículos eléctricos a gran escala, dando un paso firme hacia la movilidad sostenible.
Mientras que la infraestructura de carga siga en desarrollo, aquellos que ya poseen un automóvil eléctrico pueden disfrutar de la tranquilidad de que las distancias ahora son más alcanzables.