La disminución de la demanda de vino importado en China lleva a la venta de propiedades vitivinícolas en la región de Bordeaux, destacando un cambio drástico en las preferencias del mercado.

En los últimos años, el panorama vinícola en la región de Bordeaux ha experimentado un cambio impactante.

El Chateau Latour-Laguens, que alguna vez fue considerado un símbolo del auge de la vinicultura en manos chinas, ahora está en un estado de abandono.

Ubicado a casi 50 kilómetros al sureste de Bordeaux, este viñedo se encuentra nuevamente en el mercado a un precio muy inferior al que originalmente se le había asignado.

La situación de Latour-Laguens es un ejemplo destacado de una tendencia más amplia: cientos de viñedos italianos y franceses en manos de inversores chinos están siendo vendidos a precios irrisorios.

Esta tendencia se debe a una serie de factores que han influido negativamente en el mercado del vino en China, donde el gusto del consumidor ha cambiado drásticamente.

Uno de los principales factores que ha afectado la demanda del vino importado es la reciente campaña en China contra la corrupción, que ha hecho que los regalos ostentosos perdieran su atractivo, especialmente entre las élites.

Además, las estrictas regulaciones de control de capital han dificultado las inversiones fuera del país.

En ocasiones recientes, el gobierno francés ha confiscado propiedades de alto valor, incluyendo nueve châteaux en Bordeaux valorados en aproximadamente 33 millones de euros, pertenecientes a un magnate chino condenado por blanqueo de dinero y malversación de fondos públicos.

Esto refleja un ambiente cada vez más hostil hacia la inversión extranjera y muestra el riesgo que enfrentan los inversores que alguna vez se mostraron entusiastas.

La situación se ve agravada por el hecho de que muchos consumidores en China apenas disfrutan de los vinos franceses, especialmente los tintos ricos en taninos.

Se ha convertido en una realidad que el perfil de sabor de estos vinos no se ajusta a los paladares chinos, lo que ha llevado a muchos a buscar alternativas más acordes con sus gustos.

Esta transformación es notable si se compara con la década de 2010, cuando Li Lijuan, una agente inmobiliaria en Bordeaux, recibió múltiples consultas diarias de inversores chinos deseosos de participar en la fiebre del vino de Bordeaux.

En aquel entonces, había un fuerte interés por adquirir propiedades vinícolas, y Li mantiene un archivo que registra alrededor de 300 potenciales compradores interesados en adquirir un dominio vinícola desde que empezó en 2013.

Sin embargo, los tiempos han cambiado, y la aceptación de los vinos franceses está en declive, lo que ha propiciado una caída drástica en los valores de estas propiedades.

De este modo, los antiguos sueños de grandes ganancias para muchos inversores de Beijing y Shanghái se han convertido en una realidad amarga.

El futuro del mercado del vino en China y su impacto en la industria vitivinícola en Francia sigue siendo incierto, pero lo que está claro es que la época dorada de la inversión china en viñedos franceses ha llegado a su fin.