Dan Caldwell, veterano de Irak, reflexiona sobre su experiencia y aboga por un replanteamiento de la intervención militar estadounidense a raíz de su desilusión.
Cuando los terroristas de al-Qaeda llevaron a cabo sus misiones kamikaze contra Nueva York, Washington y Pennsylvania, muchos jóvenes estadounidenses, llenos de fervor patriótico, se unieron rápidamente a las fuerzas armadas de EE. UU. Uno de ellos fue Dan Caldwell, quien recuerda: "Quería entrar en la lucha". Sin embargo, su experiencia en el campo de batalla fue tan amarga que ahora se ha convertido en un líder del movimiento de "restricción", que busca repensar el uso de la fuerza por parte de América en el mundo.
Este movimiento está ganando apoyo incluso en los niveles más altos del Partido Republicano.
Caldwell sirvió en la Primera División de los Marines, donde aprendió, entre otras cosas, la canción "Waltzing Matilda", que es testimonio de la recuperación de la división tras los combates de la Segunda Guerra Mundial en Melbourne.
Fue enviado a Irak en 2008 y 2009, y sus recuerdos son desalentadores.
"Entramos allí con la idea de que teníamos que ayudar a estas personas", comenta Caldwell.
"No íbamos a ser una potencia ocupante violenta.
Necesitábamos respetarlos, pero constantemente tomábamos acciones que causaban un daño significativo a la población civil, en la mayoría de los casos, de manera no intencionada".
Por ejemplo, su unidad fue asignada para patrullar secciones de la frontera entre Irak y Siria para atrapar a los contrabandistas de armas.
Interceptaron un numeroso grupo de contrabandistas, la mayoría pertenecientes a la minoría yazidí, pero no encontraron armas, solo cigarrillos.
Caldwell explica: "Tenían una existencia de subsistencia.
No representaba una amenaza en absoluto contrabandear cigarrillos más baratos a Siria". Sin embargo, la represión de ese comercio afectó la vida local sin contribuir al esfuerzo bélico.
Otro detalle incómodo que comparte es que las tropas estadounidenses viajaban en vehículos equipados con enormes antenas, utilizadas para sus radios y para interferir señales de bombas en la carretera.
"Teníamos que bajar las antenas con cuerdas mientras conducíamos por la ciudad, para no arrancar cables de electricidad". Con frecuencia, los soldados olvidaban este procedimiento y se encontraban rompiendo cables de energía, lo que causaba que hogares se quedaran sin electricidad en nuevas temperaturas extremas.
La desilusión con las misiones en el extranjero derivó en un profundo desánimo al observar las consecuencias.
Cada base militar donde Caldwell había luchado por un nuevo Irak, a excepción de una, fue tomada por Daesh, el movimiento terrorista que se autodenomina Estado Islámico o ISIS. Esto se suma al comentario del veterano de combate JD Vance, quien señala: "Vi cuando fui a Irak que me habían mentido". Esta percepción se alinea con el lema de Donald Trump de "Estados Unidos Primero".
"Es probable que la mayoría de los yazidíes que conocí en el norte fueran asesinados o esclavizados, o que tuvieran que huir.
Esencialmente, desatamos todas las fuerzas que causaron esos eventos trágicos.
ISIS se formó en esencia en una prisión estadounidense". Estas reflexiones de Caldwell evidencian la necesidad de reconsiderar la política exterior de los Estados Unidos y su enfoque militar, especialmente tras dos décadas de conflicto en Oriente Medio.