El reciente ataque con misiles de Rusia a Dnipro marca un aumento significativo en la escalada del conflicto en Ucrania.

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En un notable aumento de las tensiones en el conflicto entre Rusia y Ucrania, el jueves pasado, fuerzas rusas lanzaron un misil balístico hipersónico contra la ciudad de Dnipro.

Este ataque se produce como respuesta a la autorización de Estados Unidos y el Reino Unido para que Ucrania utilice armas avanzadas en su territorio, lo que agrava aún más la guerra que se prolonga por más de 33 meses.

El misil, que fue diseñado con múltiples cabezas independientes, es una característica común en muchos arsenales nucleares, lo que aumenta la preocupación internacional sobre el potencial uso de armas de destrucción masiva en el conflicto.

En una dirección televisiva, el presidente ruso Vladimir Putin confirmó que la ofensiva se dirigió contra un centro militar ucraniano utilizando un nuevo tipo de misil balístico llamado Oreshnik, traducido como "la avellana". Además, advirtió que otros ataques similares podrían llevarse a cabo en un futuro cercano.

Putin enfatizó en su discurso que este conflicto, inicialmente regional y en gran parte influenciado por acciones occidentales, ha adquirido una dimensión global, un comentario que refleja el creciente miedo a una guerra más amplia.

En un contexto donde cada vez más países se alinean en diferentes facciones, su afirmación resuena aún más.

Un oficial estadounidense indicó que Rusia notificó a Washington poco antes de llevar a cabo el ataque, y se comunicó también con Ucrania y otros aliados cercanos en días previos para prepararlos ante la posibilidad del uso de un arma de tal calibre.


A pesar de esto, varios funcionarios en Estados Unidos han aclarado que el proyectil es en realidad un misil balístico de alcance intermedio, el cual tiene un rango más limitado que un misil balístico intercontinental, lo que genera confusión en torno a su impacto militar.

La escalada de la situación ha sido evidente, ya que el mismo día del ataque, Ucrania había ejecutado misiles estadounidenses y británicos contra objetivos dentro del territorio ruso, desafiando las advertencias de Moscú que señalaron que tales acciones serían vistas como una grave provocación.

Es importante mencionar que este es el primer uso confirmado de un misil balístico intercontinental en el marco de este conflicto, lo que subraya el deterioro de la situación en términos de seguridad y estabilidad en la región.

Históricamente, Ucrania ha sido un punto de tensión entre Rusia y Occidente, especialmente desde la anexión de Crimea en 2014, que provocó un giro en las relaciones entre estos actores globales.

La comunidad internacional mira con temor la posibilidad de que este conflicto escale aún más, pidiendo un diálogo y una resolución pacífica mientras los enfrentamientos continúan en el terreno.

Según analistas, el futuro del conflicto y las relaciones en la región se ven amenazadas por esta creciente militarización y provocaciones mutuas.