El presidente Trump ha cambiado el rumbo del Partido Republicano, alejándose de valores tradicionales y envolviéndose en su propio ego.
En Estados Unidos, durante la campaña presidencial de George H.W. Bush en 1988, el candidato demostró su patriotismo llevando a los periodistas a una fábrica de banderas en Nueva Jersey.
Sin embargo, la situación ha cambiado drásticamente desde entonces.
Mientras que antes los republicanos se envolvían en la bandera americana en un intento de monopolizar su símbolo nacional, hoy en día parecen poner por encima de todo el ego de Donald Trump.
Trump ha transformado al Partido Republicano a su imagen, buscando constantemente engrandecerse a sí mismo y sus intereses por encima de los del país.
No parece respetar las leyes ni los valores tradicionales de Estados Unidos, desafiando la democracia e incluso burlándose de la aversión a los autoritarios como Vladimir Putin y Viktor Orban.
En una entrevista en 2017, Bill O'Reilly le preguntó a Trump por qué respetaba a Putin a pesar de ser 'un asesino'. La relación del presidente con Putin ha sido tan estrecha que ha dejado de lado cuestiones como la represión en Rusia y la reciente muerte de Alexei Navalny.
En la era de Trump, la bandera americana ha perdido su significado como símbolo nacional para convertirse en un adorno más de su ego desmedido.
El presidente ha demostrado estar por encima de las normas, las leyes y los valores que definen a Estados Unidos.
Esta transformación del Partido Republicano y del país en sí mismo refleja la peligrosa deriva de un liderazgo que prioriza la grandiosidad personal por encima del bienestar colectivo.