La comunidad siria en Sydney celebra la caída del régimen de Bashar al-Assad, mientras miran al futuro con esperanza y desafíos por delante.

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Ammr Nakour, un joven de 22 años que escapó de la ciudad siria de Homs cuando tenía apenas ocho años, compartió su emoción: "Este es el día que hemos estado soñando.

Finalmente ha llegado. Teníamos fe, creíamos en este momento, y ahora está aquí".

Junto a su primo, Bilal Al Kesm, quien también huyó con su familia durante un alto el fuego en Homs, Nakour celebró junto a otros miembros de la #comunidad siria en Australia.

Ambos encontraron refugio en el puerto libanés de Trípoli antes de llegar a tierras australianas en 2015. Ahora, operan un café en Greenacre, donde esperan un día regresar a #Siria para ayudar en la reconstrucción del país.

"Siento libertad al saber que el régimen ha finalizado", expresó Al Kesm. La noticia del cambio de poder se propaga rápidamente entre la comunidad, que se muestra optimista, aunque consciente de las posibles etapas de incertidumbre que pueden seguir.

Un empresario y líder comunitario que llegó a #Sydney en 1998

George Alrahil, un empresario y líder comunitario que llegó a Sydney en 1998, destacó que "todos están felices" ante la caída del régimen, pero también advirtió que la situación económica del país sigue siendo un gran desafío.

Los efectos del conflicto y la dictadura han dejado huellas profundas en la sociedad siria, y ahora los ciudadanos aspiran a tener acceso a necesidades básicas como agua, alimentos y electricidad.

Los precios de la vivienda reflejan el impacto drástico de la guerra; se reporta que una casa en Damasco, que anteriormente costaba entre 300.000 y 400.000 euros, se puede adquirir hoy en torno a los 50.000 euros, lo que presenta una oportunidad para aquellos que buscaban invertir o regresar.

"Vemos videos de lo que han hecho en Homs, lugares hermosos y sagrados que han sido completamente destruidos", lamentó Nakour. Los recuerdos de su infancia, llenos de momentos felices, amistades y deportes, ahora coexisten con la realidad de una nación devastada. Sin embargo, la esperanza parece ser la fuerza que guía a la comunidad.