Ruby Franke, una madre de Utah con seis hijos que se disculpó por abusar física y emocionalmente de ellos antes de recibir una condena de hasta 30 años de prisión, tras declararse culpable de cuatro cargos de abuso infantil agravado.
En un emotivo juicio en Salt Lake City, Ruby Franke, una madre de Utah con seis hijos, emitió una disculpa entre lágrimas a sus hijos por haber abusado física y emocionalmente de ellos.
Finalmente, un juez le impuso una condena de hasta 30 años de prisión. Franke se declaró culpable de cuatro cargos de abuso infantil agravado y fue condenada a hasta 15 años de prisión por cada uno de esos cargos, a cumplirse de forma consecutiva.
Sus disculpas fueron acompañadas de agradecimientos hacia la policía local, médicos y trabajadores sociales, a quienes consideró los 'ángeles' que salvaron a sus hijos de ella en un momento en el que asegura estaba bajo la influencia de su socia y compañera de negocios, Jodi Hildebrandt.
Tanto Franke como Hilderbrandt recibieron sentencias de uno a 15 años de prisión, que deberán cumplir de forma consecutiva, por tratar de convencer a los dos hijos menores de Franke de que eran malvados, poseídos y necesitaban ser castigados para arrepentirse.
De acuerdo con la ley estatal de Utah, solo cumplirán un máximo de 30 años en prisión, ya que la duración de las penas consecutivas está limitada.
La Junta de Libertad Condicional y Perdón de Utah evaluará su comportamiento mientras estén encarceladas y determinará cuánto tiempo pasarán tras las rejas.
'Nunca dejaré de llorar por haber lastimado sus almas tiernas', expresó Franke a sus hijos, quienes no estuvieron presentes en la audiencia de sentencia en St George.
'Mi disposición a sacrificarlo todo por ustedes fue manipulada magistralmente en algo muy feo. Les quité todo lo que era suave, seguro y bueno', agregó. Franke, de 42 años, y Hildebrandt, de 54 años, habían admitido su culpabilidad en los cargos de abuso infantil agravado. La pesadilla llegó a su fin cuando el hijo de 12 años de Franke logró escapar a través de una ventana y pidió a un vecino que llamara a la policía.
El niño estaba delgado, con heridas y con cinta adhesiva en los tobillos y las muñecas. Según una orden de registro, el niño relató a los investigadores que Hildebrandt le había atado con cuerdas y utilizado pimienta cayena y miel para curar sus heridas.