Analizamos el contexto actual de la campaña presidencial de Ron DeSantis y el descontento de su base electoral.
El Gobernador de Florida, Ron DeSantis, ha estado enfrentando serias dificultades en su trayectoria hacia las elecciones presidenciales.
A pesar de su experiencia administrativa y su popularidad en su estado, la falta de apoyo entusiasta entre sus seguidores parece ser un obstáculo significativo.
Este fenómeno se inscribe en un contexto histórico más amplio que ha caracterizado a la base republicana posterior a la Guerra Civil y a lo largo de décadas de predominancia demócrata.
Desde la finalización de la Guerra Civil, las comunidades de red America se han visto sumergidas en un ciclo de descontento e insatisfacción.
Este fenómeno comenzó después de la guerra, continuó con el dominío demócrata en las décadas siguientes, y se acentuó con la aprobación de reformas de derechos civiles durante los años 50 y 60. Sin embargo, fue la llegada de Ronald Reagan al poder lo que reavivó la influencia de esta base, aunque la cúpula del Partido Republicano parecía estar más preocupada por mantener el statu quo que por satisfacer las preocupaciones de su base.
En este escenario, se observa la creación de narrativas sobre un pasado idealizado, donde la intervención gubernamental en la economía y el bienestar social eran vistas como un tabú. En la década de 1950, cuando la administración de Dwight Eisenhower fomentó la construcción del sistema de autopistas inter-estatales, se recaudaban altos impuestos a los ricos, algo que hoy en día se ve con recelo.
Se desarrollaron programas de seguridad social que sacaron a millones de personas mayores de la pobreza y se implementó la Ley GI, que ayudó a las familias a acceder a vivienda asequible.
Este flujo de riqueza de estados más prósperos hacia los que eran más pobres contribuyó a la infraestructura y al progreso económico general del país.
No obstante, el resentimiento hacia estos programas demuestra la complejidad del apoyo dentro de esta base.
La resistencia cultural de Red America ha visto la llegada de movimientos pioneros, incluido el Tea Party, que se formó en respuesta a una percepción de amenazas a sus valores.
A medida que la aceptación de iguales derechos aumentaba en la sociedad, el descontento se transformó en una movilización activa que culminó en la irrupción de Donald Trump en el panorama político.
Trump, producto de esta frustración acumulada, capitalizó el resentimiento y la ira de su base al abogar por políticas directas, sin la moderación tradicional del partido.
Esta administración ha promovido una retórica que muchos consideran hiriente y provocativa, lo que ha trazado una línea divisoria clara entre los que apoyan el statu quo y los que anhelan un cambio radical.
Sin embargo, a medida que se acerca la contienda presidencial, DeSantis enfrenta el desafío de navegar entre este descontento y las expectativas de los votantes.
Con la presión de omitir cualquier trazo de moderación, el camino hacia la candidatura se complica en un terreno ya de por sí volátil.
La pregunta es si podrá adaptarse a este entorno en constante cambio o si, por el contrario, se verá superado por las fuerzas que emergieron a raíz de la revolución política que Trump ayudó a desencadenar.