El creciente número de ataques de perros en el Reino Unido ha llevado a una discusión urgente sobre la legalidad de razas como el 'XL bully'.

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Reciban un cordial saludo desde Londres.

Nicholas Glass, un hombre de 33 años descrito por sus amigos como una persona amable y generosa, perdió la vida en un trágico incidente que resuena en toda la sociedad británica.

En la madrugada del 21 de agosto, fue hallado muerto en un jardín de Birmingham tras sufrir severas lesiones provocadas por mordeduras de perro.

Las pruebas realizadas posteriormente revelaron que dos de los cuatro perros implicados en el ataque pertenecían a la controvertida raza 'XL bully', la cual recientemente ha sido prohibida en el país.

Lamentablemente, ninguno de estos perros contaba con un certificado de exención.

La realidad de los ataques por parte de perros en el Reino Unido es alarmante, ya que apenas pasa una semana sin que las noticias de radio o televisión informen sobre un ataque que deja a una persona gravemente herida o incluso fallecida.

Estos incidentes pueden ocurrir en diversas localidades, desde suburbios de Londres hasta regiones del norte de Inglaterra.

Este problema pone de manifiesto una verdad incómoda para una sociedad que ha sido diseñada para acomodar a las mascotas.

A diferencia de otros países, como Australia, en el Reino Unido los perros no solo son permitidos en el transporte público, sino que muchas veces se les anima a acompañar a sus dueños.

Este enfoque se refleja en numerosos establecimientos, como pubs y tiendas, que muestran carteles humorísticos como “Perros bienvenidos, personas toleradas”, creando un ambiente amigable para las mascotas.

Recientemente, en una librería en Bristol, una clienta pidió al dueño si podía ingresar con su cachorro, a lo que el propietario respondió: “Me decepcionaría mucho si no lo hicieras”.


Sin embargo, estas actitudes positivas están siendo cuestionadas ante el creciente número de ataques caninos.

Hasta ahora, en los primeros nueve meses de 2023, se han reportado 16 muertes relacionadas con ataques de perros.

La presión de grupos comunitarios llevó al gobierno británico, bajo el mandato de la anterior administración conservadora, a considerar la prohibición de la raza XL bully, argumentando que dicha especie ha estado “disproporcionadamente involucrada” en los fallecimientos desde 2021.

El tema no es nuevo; ha sido parte del debate público en Reino Unido durante años, especialmente tras la serie de incidentes fatales.

En octubre pasado, los propietarios de perros de esta raza marcharon a través de Westminster para oponerse a la propuesta del entonces primer ministro Rishi Sunak de prohibir la crianza y tenencia de estos animales.

La discusión continúa intensificándose, planteando cuestiones cruciales sobre la seguridad pública, la responsabilidad de los dueños y la necesidad de revisar las leyes sobre las razas consideradas peligrosas.

La compleja relación entre la sociedad británica y los perros como mascotas se encuentra en un punto crítico, donde el amor por los animales se enfrenta a la dura realidad de la seguridad y el bienestar de sus ciudadanos.

Es una situación que requiere un equilibrio delicado y un profundo examen de las leyes y regulaciones sobre la tenencia de mascotas, en especial de las razas que han demostrado ser potencialmente peligrosas.