El Rey Carlos III de Reino Unido llega a Australia en una visita que refuerza su conexión con el país, a solo días de asistir a la Cumbre de la Mancomunidad en Samoa.

La visita a Australia del Rey Carlos III es un acontecimiento que promete ser muy significativo para Su Majestad.

Aquellos que lo conocen saben que Carlos tiene un profundo aprecio por este país.

Durante su juventud, pasó seis meses en Timbertop, donde disfrutó de una libertad que marcó profundamente su adolescencia.

Desde entonces, siempre ha mostrado entusiasmo por regresar.

Esta afectuosa conexión seguramente será evidente durante los próximos cuatro días, lo que podría significar un golpe más para la ya debilitada causa republicana en Australia.

Sin embargo, es importante destacar que, aunque su estancia en Australia es relevante, no es el objetivo principal de su viaje.

El verdadero propósito comenzará el miércoles cuando el Rey y la Reina lleguen a Samoa para la reunión bienal de los Jefes de Gobierno de la Mancomunidad.

Es emblemático del compromiso de servicio del Rey que a sus 75 años y siendo paciente de cáncer, haya decidido hacer el largo viaje hasta allí.

La próxima parada del Rey será Samoa, donde se discutirá la elección de un nuevo secretario general de entre tres candidatos africanos.

Esto es un asunto que también interesa a líderes mundiales como Xi Jinping de China.

Carlos asistirá no solo como Rey, sino como el líder de la Mancomunidad.

Esta posición no le fue otorgada automáticamente, sino que fue resultado de la decisión de las 56 naciones miembros en el CHOGM de Londres de 2018, donde se decidió que, tras el fallecimiento de la Reina, él debería ser el próximo jefe de la Mancomunidad.

Aunque esa decisión fue unánime, no fue un proceso simple.

Curiosamente, el republicano Malcolm Turnbull jugó un papel importante entre bastidores para asegurar esta unanimidad.

La Mancomunidad, a menudo considerada un vestigio del colonialismo británico, tiene un papel más significativo de lo que muchos imaginan.

Los países miembros pueden tener prioridades diplomáticas contradictorias e incluso enfrentar conflictos, como India y Pakistán.

No obstante, comparten una herencia común y una cierta sensación de afinidad como herederos de importantes normas constitucionales británicas, como el gobierno responsable, la democracia parlamentaria y el derecho consuetudinario.

A pesar de estas diferencias y las imperfecciones que puedan existir, los países de la Mancomunidad se comprometen a ciertos valores compartidos, tal como lo establece la Carta de la Mancomunidad.

Esta organización se ha convertido en la asociación más grande de naciones que antes se agrupaban como el 'Tercer Mundo', ahora conocido como el 'sur global'. Hoy en día, constituye un foro para naciones pequeñas y a menudo olvidadas en el crudo juego de la geopolítica.

Las pequeñas naciones están representadas en la mesa de gobernanza al mismo nivel que países del G20 como el Reino Unido, Canadá y Australia.

Como red de naciones conscientes de su herencia compartida, la Mancomunidad apoya programas fundamentales en áreas como la educación de niñas, la salud reproductiva, la protección de pesquerías, la preservación de selvas tropicales y la integridad de los sistemas electorales.

Además, la secretaria general de la Mancomunidad, que tiene estatus de jefa de gobierno, cumple una función importante como mediadora de disputas constitucionales.

En ocasiones, puede resolver problemas en los que el secretario general de la ONU no podría intervenir.

El mandato de la actual secretaria general, la Baronesa Patricia Scotland, está a punto de expirar.

Por lo tanto, un asunto crucial en la cumbre de Samoa será la elección de su sucesor, siendo África la región encargada de esta rotación, tras haber tenido anteriormente solo a un secretario general africano en la década de 1990.