En una escalada alarmante de tensiones en Oriente Medio, Israel ha asesinado esta semana a Ismail Haniyeh, líder político de Hamas, y a Fuad Shukur, un comandante de Hezbollah, en un breve lapso de tiempo.

Estas acciones han suscitado temores de que un conflicto regional más amplio esté en el horizonte, con la posibilidad de que potencias mayores se vean involucradas.

Las muertes de Haniyeh y Shukur cumplen con varios de los objetivos del Primer Ministro Benjamin Netanyahu.

En primer lugar, se alinean con su estrategia de eliminar a los líderes de Hamas donde sea que se encuentren y debilitar a Hezbollah como una amenaza para Israel.

Además, estos asesinatos envían un mensaje claro a los líderes de Teherán: Israel tiene la capacidad de actuar en su territorio y de hacer frente a cualquier desafío.

Durante meses, Netanyahu ha considerado un conflicto con Irán como un medio para ocultar su falta de éxito en erradicar a Hamas, cuyo líder militar, Yahya Sinwar, continúa operando en la Franja de Gaza.

A medida que las operaciones militares israelíes han avanzado durante diez meses, la liberación de rehenes israelíes también ha sido un tema clave para el gobierno israelí. Un conflicto de mayor envergadura serviría, en su opinión, para desviar la creciente oposición interna y externa a su gobierno.

Israel es consciente de que ya no es la potencia dominante en la región.

Las ofensivas de Hamas del 7 de octubre y la resiliencia de su resistencia, así como los intercambios de fuego transfronterizos con Hezbollah, han puesto a prueba su posición.

Las tensiones aumentaron aún más en abril cuando Irán lanzó ataques con misiles y drones en respuesta a los bombardeos israelíes en el consulado iraní en Damasco.

Aunque muchas de estas amenazas fueron interceptadas, fueron fuerzas de Estados Unidos, Reino Unido, Francia y Jordania las que facilitaron esas operaciones de defensa.

Preocupación por la propagación del conflicto en Gaza a otras partes de Oriente Medio

Este artículo informa sobre las preocupaciones de que el conflicto en Gaza se extienda a otras partes de Oriente Medio, especialmente en la frontera norte de Israel, donde Hezbollah ha estado atacando posiciones militares israelíes durante casi dos semanas. Israel ha evacuado pueblos en esa región como precaución.

La administración de Biden comparte la preocupación de Israel sobre la amenaza del llamado 'eje de resistencia' liderado por Irán, del cual Hezbollah es una de las fuerzas militantes más poderosas del mundo.

Washington se ha comprometido a defender a Israel en caso de una guerra total, pero también es consciente de los peligros que esto conlleva.

Irán mantiene estrechas relaciones estratégicas con adversarios importantes como Rusia y China, y su apoyo no podría ser descartado en un enfrentamiento regional.

Como resultado, el gobierno de Biden ha evitado participar directamente en una guerra regional y ha buscado vías diplomáticas para reducir las tensiones.

Sin embargo, uno de los problemas más complejos es que Estados Unidos carece de la influencia necesaria para limitar tanto a Israel como a sus enemigos.

Netanyahu ha ignorado continuamente las advertencias de Washington, mientras que Teherán y sus aliados ven a Estados Unidos como un poder hegemónico y un respaldo comprometido de Israel.

Israel ha cruzado una línea peligrosa al asesinar a Haniyeh en territorio iraní, un hecho que plantea serias cuestiones sobre la seguridad y la soberanía de Irán.

Haniyeh estaba en Irán para festejar la reciente elección del presidente Masoud Pezeshkian, un político de facción moderada con una agenda reformista.

Sin embargo, tras este ataque, se ve obligado a unirse a sus oponentes conservadores que giran en torno al líder supremo, el ayatolá Ali Khamenei, para coordinar respuestas a Israel.

La forma y el momento de esta posible represalia, tanto por parte de Hezbollah como de otros actores, serán cruciales en el desarrollo de esta crisis.