La disolución del régimen de Bashar al-Assad podría transformar el equilibrio de poderes en el norte de Oriente Medio, aunque la paz para los syriais sigue siendo incierta.

La reciente caída del régimen de Bashar al-Assad marca un cambio significativo en la dinámica de poder en el norte de Oriente Medio.

Sin embargo, a pesar de las esperanzas de un futuro pacífico, es incierto que los ciudadanos sirios ingresen a una era de estabilidad duradera.

La caída del dictador supone una victoria monumental para sus opositores islamistas y para el pueblo sirio, que ha sido testigo de años de represión.

Uno de los actores más destacados en esta revuelta es el grupo islamista suní Hayat Tahrir al-Sham (HTS), una reencarnación de Jabhat al-Nusra, que se formó en asociación con al-Qaeda tras la Primavera Árabe en 2011. Este movimiento está encabezado por Abu Mohammad al-Golani, un nombre que despierta tanto temores como esperanzas.

Al-Golani, de 42 años, proviene de los Altos del Golán, una región ocupada por Israel desde 1967. Fundó Jabhat al-Nusra en 2012 antes de convertirse en comandante del Estado Islámico de Irak y Siria (ISIS). Sin embargo, en 2016, rompió lazos con al-Qaeda, redefiniendo su grupo como HTS y presentándose como una fuerza moderada dentro del islamismo.

Desde la reciente toma de Damasco, al-Golani se ha esforzado por proyectar una imagen de moderación, defendiendo un discurso pluralista y de tolerancia.

En sus primeras declaraciones, pidió a sus combatientes que protegieran las instituciones estatales y evitaran dañar a los civiles.

Sus esfuerzos por dialogar con el primer ministro en funciones de Siria sobre una transición pacífica de poder muestran su intención de establecer un gobierno de transición que respete los valores islámicos y las condiciones nacionales.

Es importante resaltar que la caída de Assad no solo impacta a Siria, sino que también altera el equilibrio geopolítico en la región.

Irán, Rusia y Hezbollah en Líbano, aliados tradicionales del régimen, ven este desenlace como un golpe estratégico que pone en riesgo sus intereses.

La influencia de Irán en Siria y su apoyo a grupos aliados puede verse afectada por el ascenso de un nuevo orden político.

A pesar de su imagen de político moderado, al-Golani ha sido un actor clave en la violencia que ha sacudido a Siria desde 2011. Su transformación de un líder yihadista a uno que aboga por una interpretación más reformista del islamismo ha sorprendido a muchos analistas.

Está claro que, aunque el cambio de régimen ofrece posibilidades, la paz duradera en Siria podría ser una realidad distante.

La historia reciente nos recuerda que los cambios de liderazgo en Oriente Medio no siempre conducen a mejoras: el derrocamiento de Saddam Hussein en Irak, por ejemplo, llevó a años de inestabilidad y conflicto sectario.

El futuro de Siria bajo la dirección de HTS sigue siendo incierto, y el enfoque de Al-Golani hacia la gobernanza en un país desgastado por la guerra será crucial para evitar que el ciclo de violencia se repita.