El Primer Ministro israelí, Benjamin Netanyahu, se presentó ante el Congreso de EE. UU. en medio de un clima de protestas y divisiones sobre su gestión de la guerra en Gaza.

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En una impactante reunión ante el Congreso de los Estados Unidos, el Primer Ministro israelí, Benjamin Netanyahu, se enfrentó a un sólido descontento público mientras abordaba la situación critiquísima en Gaza.

Su discurso se produce en un momento de creciente tensión y división dentro de la política estadounidense respecto al apoyo a Israel durante la presente guerra, que ha causado la muerte de decenas de miles de civiles en la franja de Gaza.

Netanyahu, quien buscaba reafirmar el apoyo bipartidista indispensable para Israel en un clima tan tenso, tuvo que lidiar con la ausencia notable de importantes figuras políticas como la Vicepresidenta Kamala Harris y con un salón de debates lleno de descontento tanto dentro de su audiencia como en las calles de Washington.

Al llegar, ya se sentía la presión, puesto que miles de manifestantes protestaron enérgicamente, denunciando las políticas del gobierno israelí y exigiendo un final inmediato a la violencia.

Durante su intervención, Netanyahu defendió su postura, caracterizando la guerra como una lucha entre "la barbarie y la civilización", y descalificó las manifestaciones en su contra al calificar a los manifestantes ant-Israel como "tontos útiles de Irán". En un intento por ganar más apoyo, instó a Estados Unidos a agilizar el envío de armas militares para garantizar que las fuerzas de defensa israelíes pudieran "terminar el trabajo más rápidamente".

"Para que las fuerzas de la civilización prevalezcan, América e Israel deben mantenerse unidos", afirmó, desestimando cualquier crítica a la actuación de las fuerzas israelo.

Según él, los soldados israelíes no deberían ser condenados por su enfoque en el conflicto, sino elogiados por su valentía y compromiso.


La invitación a Netanyahu para hablar fue extendida por el presidente de la Cámara de Representantes, Mike Johnson, un republicano que apoya incondicionalmente a Israel.

Sin embargo, en respuesta a la creciente indignación, numerosos demócratas optaron por no ausentarse, incluido el ex presidente de la Cámara, Nancy Pelosi, el senador progresista Bernie Sanders, y el presidente del Comité Judicial del Senado, Dick Durban.

Entre las figuras presentes, la congresista Rashida Tlaib, la única política árabe-americana en el Congreso, se manifestó durante la intervención de Netanyahu al alzar un cartel que decía "criminal de guerra".

Las protestas no solo se limitaron a los pasillos del Capitolio; imágenes de manifestantes enfrentándose a la policía se viralizaron rápidamente, mientras algunos fueron rociados con gas pimienta por la policía en confrontaciones que estallaron alrededor de las medidas de seguridad.

En una demostración más contundente de descontento, se registraron incidentes donde se quemaban banderas estadounidenses.

Este encuentro se enmarca en una larga historia de complejas relaciones entre Estados Unidos e Israel, una alianza construida sobre décadas de apoyo militar y político, pero que ahora enfrenta un creciente escrutinio a medida que las voces pacifistas y pro derechos humanos cobran fuerza en el debate público estadounidense.

A medida que avanza el conflicto en Gaza, se vuelve crítico observar cómo reflejan estos acontecimientos el futuro de la política exterior estadounidense y el devenir de su relación con Israel.