El reciente cese al fuego en Líbano refleja el agotamiento de ambas partes en un conflicto que se remonta a décadas. A pesar de las victorias tácticas, la paz en la región aún parece lejana.

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El reciente acuerdo de cese al fuego en Líbano pone de manifiesto el desgaste que han sufrido tanto Israel como Hezbollah a lo largo de un conflicto que se ha prolongado por casi medio siglo.

La experiencia del conflicto de 2006 ha llevado a Israel a limitar su componente terrestre en esta ocasión, optando por una ofensiva aérea que le permite mantener el control.

Esta estrategia ha resultado en un debilitamiento considerable de Hezbollah, que ha sufrido graves pérdidas a raíz de su apoyo constante a la causa palestina en Gaza.

Hezbollah e Irán buscaron vincular cualquier acuerdo de cese al fuego en Líbano a uno similar en Gaza, intentando presionar a Israel en dos frentes sin que las fuerzas hebreas tuvieran que combatir en ambos.

Sin embargo, esta estrategia resultó ser un grave error de cálculo.

La dirección de Hezbollah ha sido significativamente mermada, y sus arsenales de armas han sido reducidos drásticamente.

Por otro lado, las capacidades de Israel para identificar y dirigir ataques contra su liderazgo, así como sus tácticas de inteligencia, han revelado que Hezbollah está profundamente infiltrado por la inteligencia israelí.

Este resultado se considera una victoria táctica para Israel, pero no necesariamente garantiza una paz estable en la región, ni mucho menos con Hezbollah.

Israel ha llevado a cabo una separación eficaz entre su enfrentamiento con Hezbollah y el conflicto en Gaza, logrando, además, su objetivo político de permitir el regreso de aproximadamente 60,000 israelíes desplazados en el norte del país.

Sin embargo, a pesar de estos triunfos, el hecho de que se considere una mera repetición de la estrategia de "cortar el césped" revela que el ciclo de violencia continúa.

Hezbollah, como organización multifacética, mantiene intacto su ala política en Líbano.


La expectativa de que Hezbollah se retire al norte del río Litani y desarme, con el ejército libanés como custodio de la frontera, ignora una realidad importante: muchos miembros de Hezbollah residen al sur del Litani y volverán a sus hogares para reconstruir lo que se ha perdido.

Además, el pedido de asistencia al ejército libanés resulta complicado dado que numerosos soldados han perdido la vida a causa de los bombardeos israelíes.

Al igual que las fuerzas israelíes, Hezbollah es una organización adaptable que aprenderá lecciones de este reciente conflicto.

A pesar de la tecnología utilizada por Israel para neutralizarlo, Hezbollah insistirá en que luchó hasta el final y continuó lanzando cohetes hasta el cese de hostilidades.

En el largo plazo, la reconstitución de su arsenal de armamento tomará años; sin embargo, su enfoque inmediato estará en fortalecer su ala militar y restablecer la base de apoyo, reconstruyendo lo que Israel devastó. En este sentido, el apoyo financiero de Irán será fundamental, ya que en contextos donde el estado es débil, como en Líbano, actores semi-estatales como Hezbollah dependen de su capacidad para ofrecer a sus seguidores servicios y ayuda.

A pesar de la oposición que enfrenta Hezbollah en Líbano por sus acciones en apoyo a Hamas, la percepción pública es más negativa hacia Israel.

La reciente campaña militar de Israel ha incrementado el resentimiento entre los libaneses hacia el país hebreo, dado que sus bombardeos han dejado miles de civiles muertos, así como la muerte de 40 soldados del ejército libanés.

La colocación de banderas israelíes y publicaciones ofensivas en redes sociales solo han reforzado el sentimiento hostil hacia Israel entre los libaneses.

Así, el futuro de Líbano, marcada por una historia de conflictos, se mantiene incierto.