Ambos actores se acercan a un posible acuerdo de tregua mientras el conflicto se intensifica.

Jerusalén: Desde hace nueve meses, Israel y Hezbollah, la milicia respaldada por Irán que controla el sur del Líbano, se han visto envueltos en un conflicto de baja intensidad que cada vez se aproxima más a una guerra total.

Desde octubre, ambas partes han disparado miles de misiles a través de la frontera Israel-Líbano, arrasando localidades, causando la muerte de cientos de personas, desplazando a cientos de miles y llevando a ambas a amenazar con invadirse mutuamente.

En este contexto, los mediadores esperan que una tregua en la Franja de Gaza pueda proporcionar el impulso necesario para alcanzar un acuerdo similar en la frontera Israel-Líbano, a pesar de que el riesgo de una escalada sigue siendo alto.

Hezbollah ha manifestado su disposición a cesar el lanzamiento de cohetes si Israel interrumpe sus acciones bélicas contra Hamas en Gaza.

Si esto sucede, ambas partes han indicado a sus interlocutores que estarían preparadas para iniciar negociaciones sobre una tregua formal, según han informado tres funcionarios occidentales y uno israelí, quienes hablaron bajo condición de anonimato para poder ofrecer información más detallada.

Las negociaciones se centrarían en la retirada de los combatientes de Hezbollah de las áreas más meridionales del Líbano y en el despliegue de más soldados del ejército libanés en su lugar.

Además, se trataría la demarcación de las zonas más occidentales de la frontera entre los dos países, un asunto complicado ya que nunca se ha delimitado formalmente debido a que ambas naciones carecen de relaciones diplomáticas.

Incluso si esas negociaciones resultan infructuosas, se espera que su inicio pueda proporcionar a ambos lados una justificación para mantener un alto el fuego informal y dar confianza a los residentes desplazados para regresar a sus hogares.

La disposición de Israel y Hezbollah a participar en tales conversaciones refleja, a pesar de la retórica pública y los ataques de represalia, que ambas partes parecen estar buscando una salida que les permita desescalar sin perder la cara.

El último conflicto armado significativo entre ambos ocurrió en 2006, cuando Israel devastó gran parte de Beirut, la capital libanesa, y sus alrededores en un enfrentamiento que duró un mes.

La magnitud de la destrucción llevó al líder de Hezbollah, Hassan Nasrallah, a reconocer que su grupo no habría secuestrado ni matado a varios soldados israelíes aquel verano si hubiera sabido que desencadenaría un nivel de carnicería de tal magnitud.

Otra guerra de gran escala causaría un daño aún mayor a ambas partes.

Casi dos décadas después, Hezbollah es considerado uno de los grupos no estatales más armados del mundo.

Expertos del gobierno de EE. UU. estiman que Hezbollah posee un arsenal de más de 150,000 cohetes, drones y misiles, capaces de afectar incluso la red eléctrica de Israel, según una advertencia reciente del director de una compañía eléctrica estatal israelí.

"Ninguna de las partes realmente desea un conflicto mayor porque entienden el enorme daño que causaría a sus países", comentó Thomas Nides, exembajador de EE.UU. en Israel.

"El problema es que las guerras a menudo son provocadas por errores de cálculo.

Y al intentar disuadir a la otra parte de escalar, corren el riesgo de cometer un error que podría tener el efecto opuesto al que pretendían."