Los intercambios militares directos entre Israel e Irán han dejado a Oriente Medio en un estado de suspenso, mientras las naciones circundantes esperan ver qué sucederá a continuación.

En Oriente Medio, los intercambios militares directos entre Israel e Irán han dejado a la región en un estado de incertidumbre.

El ataque israelí al consulado iraní en Damasco el 1 de abril, la respuesta de Irán y la contrarespuesta de Israel, hasta el momento, han sido una demostración de fuerza entre los dos enemigos en lugar de un inicio de un conflicto más amplio.

El ataque iraní fue muy medido y limitado en impacto.

Fue anunciado con anticipación y se dirigió principalmente a dos bases aéreas cerca de las instalaciones nucleares de Israel.

Solo siete de más de 300 drones y misiles iraníes alcanzaron sus objetivos, causando poco daño y lesiones menores a unas pocas docenas de israelíes.

Los otros 293 fueron derribados con la asistencia instrumental de fuerzas estadounidenses, británicas, francesas y jordanas.

El objetivo de ambas partes no era escalar sus respectivos ataques hacia una guerra total, sino destacar sus estados.

Durante años, las dos naciones han estado involucradas en una guerra sombría de conflictos indirectos que les permiten mostrar su poder en la región y a los aliados internacionales, pero de una manera que también actúa como una disuasión y evita un enfrentamiento directo.

No obstante, estos intercambios del mes pasado han traído un beneficio: los dos países han aprendido mucho sobre las capacidades del otro y el nivel de daño posible si entraran en un conflicto más amplio.

Otra realidad revelada fue que Israel puede que no haya podido defenderse contra el asalto aéreo tan exitosamente como lo hizo si hubiera actuado solo.

Si no hubiera sido por la ayuda aliada, muchos más proyectiles podrían haber atravesado y causado un mayor daño al país.

Desde la perspectiva de Teherán, su operación envió un mensaje de que Israel no era tan invencible e impenetrable como se creía, y que en caso de un conflicto más amplio, Irán podría abrumar las defensas israelíes directamente y con sus afiliados regionales - Hezbolá libanés, el régimen sirio, milicias iraquíes y los houthis yemeníes.

Los ataques también han señalado a los aliados internacionales de Israel, principalmente a Estados Unidos, que Irán no es un tigre de papel, sino que es capaz de causar mucho más daño no solo a Israel, sino también a los intereses de los aliados de Israel en la región.

Además, Teherán podría sentirse satisfecho no solo con las declaraciones de EE. UU. de que se negaría a participar en cualquier guerra con Irán, sino también con el hecho de que varios estados árabes pro-estadounidenses en el Golfo - liderados por Arabia Saudita y los Emiratos Árabes Unidos - denegarían el acceso a sus territorios a EE. UU. para cualquier operación contra Irán.