El primer ministro de Israel, Benjamin Netanyahu, ha declarado que la batalla para debilitar a los militantes de Hamas en Gaza continuará con toda su fuerza, desestimando las crecientes llamadas internacionales de alto al fuego. Netanyahu afirmó que un alto al fuego solo sería posible si se liberaban a los 239 rehenes que los militantes retienen en Gaza.

El líder israelí también insistió en que después de la guerra, que ya entra en su sexta semana, Gaza sería desmilitarizada y que Israel mantendría el control de seguridad en la zona.

Cuando se le preguntó qué entendía por control de seguridad, Netanyahu afirmó que las fuerzas israelíes debían poder ingresar libremente a Gaza para buscar y detener a los militantes.

También rechazó la idea de que la Autoridad Palestina, que actualmente administra áreas autónomas en Cisjordania ocupada por Israel, llegue a controlar Gaza en algún momento.

Ambas posiciones se oponen a los escenarios posteriores a la guerra planteados por el aliado más cercano de Israel, Estados Unidos.

El Secretario de Estado de Estados Unidos, Antony Blinken, ha afirmado que la administración de Biden se opone a una reocupación israelí de Gaza y visualiza un gobierno palestino unificado en Gaza y Cisjordania en algún momento como un paso hacia la creación de un estado palestino.

La presión sobre Israel aumentó después de que los médicos del Hospital Al Shifa, el más grande de Gaza, anunciaron que el último generador se había quedado sin combustible, lo que resultó en la muerte de un bebé prematuro, otro niño en una incubadora y otros cuatro pacientes.

Miles de heridos de guerra, personal médico y civiles desplazados se encontraban atrapados en el combate.

El director del Hospital Al Shifa, Mohammed Abu Selmia, afirmó que el centro perdió el suministro de electricidad durante el fin de semana.

“Los equipos médicos se detuvieron.

Los pacientes, especialmente los que estaban en cuidados intensivos, comenzaron a morir”, dijo por teléfono, con disparos y explosiones de fondo.

Agregó que las tropas israelíes estaban “disparando a cualquiera que estuviera fuera o dentro del hospital” y que impedían el movimiento entre los edificios.