Irán ha ordenado a sus fuerzas armadas que estén listas para una posible guerra con Israel, aunque intentan evitarla tras observar el debilitamiento de sus aliados en la región.

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En medio de crecientes tensiones con Israel, Irán ha emitido una orden a sus fuerzas armadas para que estén en estado de alerta ante la posibilidad de un conflicto armado.

A pesar de esta preparación, los líderes iraníes están enfatizando su deseo de evitar una guerra, especialmente luego de la reciente destrucción que han presenciado en Gaza y el Líbano, donde sus aliados han sido severamente afectados.

Fuentes del gobierno iraní, que hablaron bajo condición de anonimato, han revelado que el líder supremo, el Ayatolá Ali Khamenei, ha instado a los militares a desarrollar múltiples planes de acción en caso de un ataque israelí. La magnitud de cualquier represalia por parte de Irán dependerá, según los oficiales, de la gravedad de los ataques perpetrados por Israel.

Esta estrategia refleja la compleja dinámica militar en la región, donde Irán busca mantener un aparente equilibrio entre la defensa y la disuasión.

Los funcionarios señalaron que, ante un ataque israelí que cause daños extensos y un alto número de bajas, la respuesta de Irán sería inevitable.

Sin embargo, si las acciones de Israel se limitaran a atacar ciertas bases military y almacenes de misiles y drones, es posible que la República Islámica no tome represalias.

Este enfoque cauteloso resalta la importancia que tiene para Irán evitar una confrontación directa que podría desestabilizar aún más la región.

Khamenei ha dejado claro que si Israel ataca infraestructura crítica, como sus instalaciones energéticas o nucleares, o si lleva a cabo la eliminación de líderes prominentes, la respuesta militar de Irán será contundente.


Los oficiales de la Guardia Revolucionaria de Irán han indicado que entre las opciones de represalia se contempla el lanzamiento de hasta 1000 misiles balísticos, así como un aumento en los ataques coordinados de grupos militantes respaldados por Irán en la región.

Además, podría interrumpirse el flujo de suministros energéticos globales, impactando en el tránsito marítimo a través del Golfo Pérsico y el estrecho de Ormuz, una vía crucial para el comercio internacional.

En el ámbito internacional, Irán ha sostenido públicamente que no está interesado en una guerra.

Sin embargo, el desafío para sus líderes es no parecer débiles o vulnerables, especialmente luego de las operaciones de Israel que han resultado en la eliminación de múltiples líderes de Hamas y Hezbollah, grupos que son aliados de Teherán.

Abbas Araghchi, el ministro de Relaciones Exteriores de Irán, declaró recientemente que en caso de un ataque israelí, la reacción será "proporcional y calculada". La situación es extremadamente delicada y cualquier chispa podría desencadenar una conflagración a gran escala con posibles consecuencias catastróficas, tanto para Irán como para el resto del Oriente Medio y más allá.

Las tensiones entre Irán e Israel no son nuevas; desde la Revolución Islámica de 1979, estos dos países han estado en un estado de confrontación constante.

Optar por la guerra podría llevar a un descalabro total, obstaculizando cualquier posibilidad de cese al fuego en Gaza y el Líbano, y podría incluso arrastrar a Estados Unidos a una acción militar en apoyo de Israel.