Miles de personas han perdido sus hogares debido a las inundaciones en la ciudad oriental de Derna, en Libia. Entre el riesgo de infecciones y la presencia de minas terrestres desplazadas por las corrientes, los afectados se enfrentan a una difícil decisión: quedarse o huir.

En Derna, Libia, miles de personas cuyas viviendas fueron arrastradas por las inundaciones hace una semana se enfrentan al dilema de quedarse y correr el riesgo de infección o huir a través de áreas donde las minas terrestres han sido desplazadas por las corrientes.

Tras una poderosa tormenta el 10 de septiembre, dos presas que se encuentran por encima de Derna se rompieron, provocando que varios bloques de viviendas situados a lo largo de un cauce de río normalmente seco se desplomaran mientras las personas dormían.

Muchos cuerpos han sido arrastrados al mar.

La Oficina de Coordinación de Asuntos Humanitarios de las Naciones Unidas (OCHA, por sus siglas en inglés) citó una cifra de muertos de 11.300 proporcionada por la Media Luna Roja Libia el sábado.

Sin embargo, un portavoz de esta organización pareció poner en duda esa cifra, diciendo que "los datos están cambiando y la Media Luna Roja no es responsable de esto".

La portavoz de la OCHA, Eri Kaneko, dijo que era difícil obtener cifras exactas de víctimas debido a que la búsqueda de cuerpos y supervivientes aun se encuentra en curso.

También mencionó que la Organización Mundial de la Salud (OMS) ha confirmado hasta ahora 3922 muertes, mientras que el ministro de Salud del gobierno del este de Libia afirmó que 3283 personas han fallecido.

Según las Naciones Unidas, más de 1000 cadáveres ya han sido enterrados en fosas comunes, y los grupos de ayuda han advertido sobre esta práctica.

Las autoridades libias han confirmado que 150 personas han sido envenenadas por agua contaminada en las zonas afectadas por las inundaciones.

Mohamed Wanis Tajouri, uno de los estudiantes de medicina que ha acudido desde Bengasi para realizar trabajos de desinfección y esterilización en Derna, dijo: "Tras las inundaciones, suelen aparecer epidemias".

Al amanecer del domingo, se reveló una escena de devastación silenciosa: montones de escombros habían sido retirados a los lados de las calles vacías, junto con hierros retorcidos, incluyendo pedazos de automóviles destrozados.

Hamad Awad se sentó sobre una manta en una calle desierta, con una botella de agua y ropa de cama a su lado.