La decisión del Primer Ministro Justin Trudeau para disminuir el número de inmigrantes se basa en una caída del apoyo popular, según nuevas encuestas.

En un cambio significativo en su política migratoria, Canadá ha decidido reducir drásticamente el número de inmigrantes que aceptará en los próximos años.

El Primer Ministro Justin Trudeau anunció que el país admitirá a 395,000 nuevos residentes permanentes en 2025, lo que representa una disminución del 21% respecto a la meta de 500,000 establecida el año pasado.

Esta cifra caerá aún más a 380,000 en 2026 y a 365,000 en 2027, todos por debajo del objetivo de 485,000 establecido para este año.

Esta decisión marca una notable reversión en la política de inmigración de un país que históricamente se ha presentado como receptivo y abierto a los nuevos arrivantes.

Desde su llegada al poder en 2015, Trudeau había promovido un aumento gradual en los niveles de inmigración, buscando abordar las carencias laborales acentuadas por la pandemia y fortalecer la economía mediante la llegada de nuevos habitantes.

El clima actual es diferente, y diversas encuestas indican un decreciente apoyo en la población hacia la inmigración.

Muchos canadienses están expresando preocupaciones sobre cómo la llegada de inmigrantes puede contribuir a agravar problemas de vivienda, como la escasez de viviendas asequibles y el incremento de los alquileres.

Asimismo, existe una creciente presión sobre el sistema de salud, que ya se encuentra sobrecargado.

En años recientes, Canadá fue visto como un faro de oportunidades frente a políticas más restrictivas de inmigración en Estados Unidos y Europa.

Mientras que en los Estados Unidos, el entonces candidato presidencial Donald Trump prometía deportaciones masivas y asignaba la culpa de la criminalidad a los migrantes, Trudeau parecía diferenciarse con una política que buscaba atraer a más personas al país.

Sin embargo, la reciente anunciada reducción de cupos, que incluye por primera vez objetivos para residentes temporales como estudiantes internacionales y trabajadores extranjeros, parece ser un reconocimiento del gobierno de que su política migratoria anterior tenía fallos.

Se proyecta que el número de residentes temporales disminuirá en casi 450,000 para 2025 y 2026.

Este giro se produce en un momento en que Canadá, que había crecido más rápido que sus pares del G7 y otros países con altas tasas de natalidad, como India, ahora enfrenta pronósticos que sugieren una posible disminución del 0.2% en su población en los próximos años.

Este cambio resulta alarmante, considerando que se había establecido un récord de crecimiento poblacional impulsado principalmente por la inmigración en años anteriores.

El gobierno de Trudeau, que una vez defendió vehemente la inmigración como motor del crecimiento, ahora lidia con una creciente impopularidad de su política en este ámbito.

Con una atención intensificada hacia los problemas habitacionales y de salud, será interesante observar cómo evoluciona la política de inmigración del país en el futuro.

La decisión de reducir las cifras de inmigración podría tener implicaciones significativas no solo para la economía canadiense, sino también para la percepción internacional de Canadá como un destino acogedor para los inmigrantes.