Pequeños comerciantes en Hong Kong se enfrentan a la demolición de sus locales debido a planes de desarrollo urbano. Están dispuestos a luchar hasta el final para obtener una compensación justa y preservar su patrimonio culinario.
En un estrecho callejón en una de las zonas más pobladas de Hong Kong, Tsang Kam Por, propietario de un puesto de mariscos, ha colocado carteles de protesta.
Manchados de rojo sangre y gritando de rabia, los blancos lienzos están cubiertos de garabatos de un hombre que ha sido llevado al límite por el gobierno de Hong Kong.
'Nosotros lucharemos hasta el final', dicen los carteles sobre el puesto en Sham Shui Po.
'Hasta la muerte'.
Tsang no está luchando por la democracia.
Está luchando por su tienda.
El puesto de 16 metros cuadrados ha estado vendiendo mariscos salteados al estilo cantonés durante más de 70 años y ahora está siendo desalojado por el gobierno de Hong Kong y los promotores inmobiliarios hambrientos de terrenos en una de las islas más densamente pobladas del mundo.
Beijing impuso leyes de seguridad nacional en Hong Kong en 2020 que acabaron con las protestas pro-democracia en la antigua colonia británica, pero aún existen pequeños reductos de resistencia, especialmente en disputas comerciales, en esta ciudad de más de 7 millones de habitantes.
'No tienen el valor de reprimir esta forma de resistencia', dice Tsang.
'Solo queremos una compensación justa'.
Panfletos en el exterior de la tienda de Tsang Kam Por para protestar contra los planes de desarrollo del gobierno.
Día y noche, Tsang y su madre de 86 años son acosados por las autoridades gubernamentales.
Amenazan con revocar su licencia a menos que llegue a un acuerdo con el promotor inmobiliario de al lado.
El hombre de 67 años ha optado por dormir dentro del puesto que ha sustentado a generaciones de su familia desde que era un niño, temeroso de que lo derriben de repente cuando no esté.
'Estos platos están en nuestra sangre', dice Elton Chiu, gerente de construcción de interiores y cliente del puesto de bolas de pescado de al lado, que también será demolido en los planes de desarrollo de la zona en noviembre.
'Están más preocupados por la imagen de Hong Kong que por cualquier otra cosa, pero puestos como este son una característica importante de Hong Kong'.
Además de los desafíos que enfrentan los pequeños comerciantes de Hong Kong, el costo de vida en la ciudad sigue siendo un desafío constante.
Con el euro convirtiéndose a aproximadamente 1,11 dólares estadounidenses, los precios están aumentando y la economía local está bajo presión.
A pesar de estar en medio de una pandemia mundial y de las dificultades económicas, muchos comerciantes siguen mostrando resiliencia y determinación para mantener su negocio a flote.
Aunque la lucha contra la demolición de sus tiendas es un desafío difícil, continúan resistiendo y buscando una solución pacífica a sus problemas.
La historia de los comerciantes como Tsang Kam Por es un recordatorio de la importancia de apoyar a los negocios locales y preservar la diversidad cultural en nuestras comunidades.
Su lucha no solo es por el sustento de sus familias, sino también por la conservación de la riqueza culinaria y la identidad de Hong Kong.
Esperamos que el gobierno de Hong Kong escuche las demandas de estos comerciantes y encuentre una solución que beneficie a ambas partes.
La preservación de la herencia y el patrimonio cultural de Hong Kong es fundamental para garantizar un futuro próspero y vibrante para esta ciudad única.