En el mundo actual, nos encontramos frente a una situación preocupante y trágica, donde cada vez hay menos hombres buenos y decentes en posiciones de poder en numerosos países y, lo que es peor aún, las mujeres están prácticamente ausentes en cargos políticos en la mayoría de las naciones.

Mientras deberíamos estar unidos como sociedad para combatir el cambio climático y garantizar un futuro sostenible para las generaciones venideras, lamentablemente solo escuchamos los tambores de guerra sonando cada vez más fuerte.

Los hombres, motivados por ambiciones territoriales, creencias extremistas, ansias de poder, interés personal o simplemente diferencias irreconciliables, están dispuestos a la confrontación armada.

Sin embargo, las principales víctimas de estos conflictos son las mujeres y los niños, lo cual es simplemente absurdo.

A pesar de representar la mitad de la población mundial, las mujeres apenas tienen voz en las decisiones que determinan el rumbo de nuestro planeta.

En lugar de buscar soluciones pacíficas, los hombres más agresivos parecen empeñados en repetir la historia de guerras y conflictos, una estrategia que, como bien demuestra la retrospectiva, no produce resultados efectivos y beneficiosos para todas las partes involucradas.

En vez de eso, el objetivo es someter al oponente, que a su vez se levanta para luchar.

Y así continúa el ciclo interminable.

Lo más absurdo es que, como seres humanos, poseemos una inteligencia capaz de desarrollar invenciones extraordinarias.

Piensa en la ciencia médica, por ejemplo.

Pero, trágicamente, esa inteligencia no va acompañada de sabiduría.

Inteligencia y sabiduría son dos conceptos distintos.

Hoy en día, observamos horrorizados cómo los ataques de Hamás a Israel son seguidos por los ataques israelíes en Gaza, eclipsando momentáneamente la guerra prolongada entre Rusia y Ucrania.

Sin embargo, estas solo son dos de las múltiples guerras armadas (según lo establece el derecho humanitario internacional) que se han librado recientemente en todo el mundo, muchas de las cuales aún están en curso.

La Academia de Ginebra ha identificado más de 110 conflictos armados, la mayoría de ellos internos y algunos entre naciones.

La región más afectada es Oriente Medio y el norte de África, donde se han producido más de 45 conflictos armados en países como Israel, Palestina, Chipre, Egipto, Irak, Libia, Marruecos, Siria, Turquía, Yemen y el Sáhara Occidental.