El conflicto en Gaza deja una herencia compleja para la seguridad de Israel, según analistas.

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La situación en Gaza ha llevado a un escenario de destrucción y desplazamiento sin precedentes en los últimos diez meses, lo que pone en duda la seguridad futura de Israel tras la finalización de las operaciones militares.

Si bien es indiscutible que Israel tiene derecho a defenderse ante los actos terroristas de Hamas contra sus civiles, la búsqueda del castigo no puede ser el único enfoque.

La percepción es que el gobierno de Netanyahu ha estado más motivado por el deseo inmediato de venganza que por una estrategia clara que garantice la seguridad a largo plazo del país.

Israel se encuentra actualmente involucrado en múltiples frentes bélicos y ha demostrado contar con capacidades de inteligencia regional excepcionales, así como medios técnicos para materializar victorias tácticas.

Sin embargo, estos éxitos a corto plazo han ocultado, y en algunos casos, han amplificado, las amenazas estratégicas que Israel enfrentará en el futuro.

Todo el caos y el daño en Gaza, donde han perdido la vida decenas de miles de personas y se han destruido más de la mitad de sus infraestructuras, generarán rencor y un deseo de revancha que perdurará en la sociedad gazatí.

La población de Gaza, que supera los 600,000 habitantes, ha sido tocada de alguna forma por este conflicto, y a pesar de que las acciones de Israel se llevaron a cabo como respuesta al ataque de Hamas, la magnitud de la destrucción podría volcar la culpa hacia el propio Israel.

La percepción que queda es que, para intentar "salvar" Gaza, se ha buscado destruirla.

Lo irónico es que el objetivo no ha sido rescatar a la población, sino castigarla.

Una vez que se detenga el fuego, Hamas no será aniquilada del todo.

Aunque sufrirá severos daños, desmantelar una organización como Hamas es casi imposible y definitivamente poco realista como meta estratégica.


Con una medianía de edad por debajo de los 20 años, los gazatíes llevarán en su memoria el sufrimiento de sus familias, generando un ciclo de reclutamiento para nuevas filas de combatientes con un fuerte sentimiento de antagonismo hacia Israel.

Por otro lado, al norte de Israel, Hezbollah ha intensificado su apoyo a Hamas desde los ataques del 7 de octubre.

Durante este tiempo, las fuerzas israelíes han infligido pérdidas significativas al grupo, con más de 400 combatientes muertos, incluidos líderes de rango medio.

Sin embargo, Hezbollah se caracteriza por su estructura resiliente, donde cada miembro es considerado potencialmente un mártir, lo que les permite reemplazar pérdidas relativamente rápido.

La historia nos muestra que la eliminación de figuras clave, como la ocurrida en 1992 con Abbas Musawi, ha conducido al ascenso de líderes más eficaces, como Hassan Nasrallah.

El actual conflicto también ha enseñado valiosas lecciones estratégicas a Hezbollah.

A pesar de las pérdidas sufridas y el impacto en la población local del Líbano, los ataques más sutiles pero constantes contra el norte de Israel han impuesto un costo económico considerable, manteniendo a decenas de miles de israelíes desplazados dentro de su propio país.

Además, Hezbollah ha probado diversos tipos de capacidades militares que podrían ser utilizadas en futuros enfrentamientos, como el ataque con drones que afectó a un costoso globo de vigilancia en Israel.

En resumen, cada acción en este conflicto tiene repercusiones más allá del momento presente.

Sin un plan claro para el futuro de Gaza y el manejo de estas organizaciones armadas, la posibilidad de una paz duradera y la estabilidad en la región se ven seriamente amenazadas.