La reciente elección en Francia ha dejado al país con un parlamento dividido y ninguna mayoría clara, lo que podría desatar conflictos políticos y económicos.

En un claro indicio de la necesidad de una Francia fuerte, unida y estable, los resultados de las elecciones del fin de semana han generado una situación de incertidumbre en el país.

A pesar de detener momentáneamente el avance de la extrema derecha, se ha llegado a una situación de caos político y económico sin resolver que podría sumir a la nación en una crisis.

Tras las elecciones, Francia se encuentra con un parlamento dividido, donde una alianza de izquierda, el Nuevo Frente Popular, ha tomado la delantera por encima de la extrema derecha, sin que ninguno de los dos obtenga una mayoría clara.

Las encuestas habían sugerido que el partido euroescéptico y antiinmigración de Marine Le Pen iba a ganar con facilidad, especialmente después de que los votantes franceses expresaran un fuerte apoyo a sus candidatos en las elecciones europeas de junio, pero en esta ocasión los electores los han relegado al tercer puesto.

Si el resultado fue malo para Le Pen, fue un desastre para el presidente centrista Emmanuel Macron, quien convocó a elecciones anticipadas en un intento de frenar a Le Pen, restaurar la mayoría parlamentaria perdida hace dos años por su alianza centrista Ensemble y fortalecer su presidencia para los tres años restantes de su mandato.

A pesar de ser considerado popular en Australia, Macron es repudiado en gran parte de Francia, donde tomó el centro político en 2017 y procedió a reducirlo con impopulares reformas de pensiones, recortes de gastos y un rápido aumento de los déficits y deudas, que alcanzan el 112 por ciento del PIB.

Con los tres bloques lejos de los 289 escaños necesarios para controlar los 577 asientos de la Asamblea Nacional, Macron ahora se enfrenta a la perspectiva de compartir el poder con una alianza de izquierda que considera la mayor parte de sus políticas centristas como anatema.

Francia no ha tenido legisladores de campos políticos rivales uniéndose para formar una mayoría desde hace mucho tiempo.

La traumática experiencia anterior con coaliciones que se desmoronaban regularmente después de la Segunda Guerra Mundial llevó a que solo la instalación de Charles de Gaulle como presidente en 1959 finalmente detuviera la crisis política.

Macron anunció el lunes que "esperará" para tomar decisiones sobre un nuevo gobierno.

Su primer ministro Gabriel Attal planea presentar su renuncia, pero dijo que si fuera necesario podría permanecer en el cargo durante los Juegos Olímpicos de París o más tiempo.