La vicepresidenta de Filipinas, Sara Duterte, expresa su indignación por acusaciones de corrupción y critica a su jefe, el presidente Ferdinand Marcos Jr.

Manila: La vicepresidenta de Filipinas, Sara Duterte, se encuentra en el centro de un escándalo que no solo ha sacudido su imagen, sino que también ha expuesto las tensiones dentro del gobierno.

Acusada de corrupción en el Congreso, Duterte ha calificado estas imputaciones como un ataque político más, vinculado directamente a su relación con el presidente Ferdinand R. Marcos Jr.

Este viernes, en una conferencia de prensa que se prolongó por más de dos horas, desató un torrente de críticas hacia Marcos, expresando su deseo de "cortarle la cabeza" después de haber asumido que su relación se ha vuelto tóxica.

Además, hizo referencia a Marcos Sr., el dictador de larga data que gobernó Filipinas, con una amenaza inquietante hacia su hermana, la senadora Imee Marcos: "Si los ataques no cesan, desenterraré el cuerpo de su padre y lo lanzar en el Mar de Filipinas Occidental". Estas palabras han resonado con fuerza en el contexto social y político del país, evidenciando un quiebre significativo en una alianza que prometía unidad nacional tras las elecciones de 2022.

La alianza entre Duterte y Marcos estaba destinada a ser una unión poderosa, dado que ambos provienen de dinastías políticas con una fuerte influencia regional.

La familia Duterte, cuya base de poder se encuentra en el sur de Filipinas, y los Marcos, con su arraigo en el norte, parecían tener todo lo necesario para consolidar un gobierno sólido.

Sin embargo, la ruptura de esta unión ha sido nada menos que espectacular.

El ambiente político se ha enrarecido aún más por las diferentes posturas que ambos líderes mantienen respecto a las relaciones internacionales, particularmente en lo que se refiere a Estados Unidos y China.

Mientras que Marcos ha optado por fortalecer los lazos con EE.UU., buscando contrarrestar las incursiones agresivas de China en el Mar de China Meridional, Duterte ha permanecido en silencio sobre las tensiones con el gigante asiático.

Este silencio es significativo, considerando que durante el mandato de su padre, Rodrigo Duterte, las relaciones con Beijing se fortalecieron a costa de las alianzas tradicionales con Washington.

La divergencia entre las posturas de ambos líderes ha sido señalada por analistas políticos como un posible punto de ruptura.

Según Ranjit Singh Rye, profesor asistente de ciencias políticas en la Universidad de Filipinas, el fundamental desacuerdo sobre si adoptar un enfoque pro-Estados Unidos o pro-China es el verdadero núcleo de la ruptura entre Duterte y Marcos.

Desde su renuncia al gabinete en junio de este año, la vicepresidenta ha enfrentado una serie de presiones por parte de su propio partido y de la opinión pública.

A medida que las acusaciones de corrupción persisten, la provocativa respuesta de Duterte podría ser vista como un intento de reafirmar su influencia y posicionamiento político ante un entorno que se vuelve cada vez más hostil.

Con la situación evolutiva en Filipinas, la atención internacional se centra ahora en cómo se desarrollarán estas tensiones entre dos figuras clave en la política del país y qué implicaciones pueden tener para el futuro político de Filipinas.