Europa ha virado hacia la derecha en las elecciones al Parlamento Europeo

En el contexto mundial y europeo, Europa ha virado hacia la derecha, incluso hacia la extrema derecha en algunos lugares.

En las elecciones al Parlamento Europeo de esta semana, Alemania, Francia, Italia, Austria, Polonia y España votaron para enviar delegados de derecha al Parlamento Europeo.

Y no solo los votantes mayores, el mismo grupo demográfico al que se culpó del Brexit en el Reino Unido; los jóvenes de Europa también votaron hacia la derecha.

Francia votó de forma tan consistente por el partido Nacional Rally respaldado por Marine Le Pen que el presidente centrista Emmanuel Macron convocó a unas elecciones nacionales sorprendido.

Pero es absurdo sorprenderse; los problemas sociales que precedieron al significativo giro a la derecha han estado gestándose durante mucho tiempo.

Naturalmente, los preocupados australianos han encontrado inmediatamente una forma de alarmarse por la UE. Han declarado al líder de la oposición Peter Dutton como nuestra propia figura al estilo de Trump.

La afirmación es ridícula.

Dutton es un moderado en la escala de las últimas elecciones de la UE. Canberra no está en el mismo aprieto que París porque él y otros han jugado al hombre del saco cuando ha sido necesario.

Pero Australia puede, con solo un poco de esfuerzo, encontrarse exactamente donde está ahora la UE.

El primer paso sería que las clases aisladas de Australia siguieran señalando con virtud sobre la inmigración.

Señalar con virtud es cuando expresas tu profundo pozo de empatía sobre un tema para mostrar a los demás lo maravilloso que eres.

A veces los señaladores realmente solo quieren decir cosas bonitas.

Pero los servicios de señalización, incluidos los virtuosos, llegan lejos y ancho.

La lección que Australia podría aprender de Europa es que señalar con virtud es precisamente lo incorrecto de hacer.

En cuanto a la política de inmigración, las naciones necesitan comunicar su dureza: gruñir amenazadoramente para que puedan suavizar sus garras al tratar casos reales de necesidad.

La política de inmigración más efectiva y bondadosa que Australia ha mantenido durante cualquier periodo de años fue ideada por el ex primer ministro John Howard.

Para detener la llegada de barcos, Howard hizo mucho hincapié en negar la entrada a los barcos de solicitantes de asilo que intentaban llegar a Australia.

La mayoría de los lectores recordarán o habrán oído hablar del incidente del Tampa, cuando Howard se negó a permitir que un carguero noruego, que había recogido a 433 solicitantes de asilo de un barco de pesca en apuros en aguas internacionales, llegara a Australia.

La controversia del Tampa creó una señal anti-virtuosa internacional, un gruñido que resonó en todo el mundo.

El mensaje fue claro: Australia no iba a permitir que se convirtiera en un destino de inmigración no regulada.