A pesar de la pérdida de territorios y combatientes, el Estado Islámico sigue extendiendo su influencia a nivel mundial.

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A pesar de enfrentar significativas derrotas en el campo de batalla y la pérdida de miles de combatientes, el grupo terrorista conocido como Estado Islámico (ISIS) continúa teniendo una vasta influencia en todo el mundo.

Este fenómeno se debe en gran parte a su capacidad para difundir propaganda a través de medios de comunicación sofisticados y a la existencia de una audiencia dispuesta a consumir su contenido.

El primer día del año, un incidente doloroso marcó las noticias: un hombre que portaba una bandera del Estado Islámico embistió a una multitud en Nueva Orleans, dejando un saldo de al menos 14 fallecidos.

Las autoridades identificaron al atacante como Shamsud-Din Jabbar, pero a pesar de que no encontraron pruebas que lo vincularan directamente a la organización terrorista, el FBI confirmó que “estaba 100 por ciento inspirado por ISIS”.

La ambigüedad sobre las conexiones directas de Jabbar con el grupo plantea preguntas sobre el impacto de la radicalización a través de plataformas digitales.

El FBI aún investiga el tipo de contenido que Jabbar pudo haber consumido en línea y cómo pudo haber sido radicalizado. Según algunos expertos, la disposición de la bandera en su vehículo reflejaba un mensaje utilizado en campañas mediáticas del propio ISIS que incitaban a atacar a los considerados enemigos sin piedad.

Además, el agresor había publicado varios videos en su cuenta de Facebook en los que expresaba su lealtad al grupo.


Hans-Jakob Schindler, director del Counter Extremism Project, enfatiza que, en la actualidad, las organizaciones terroristas ya no necesitan realizar esfuerzos significativos para llevar a cabo la radicalización, pues los algoritmos de las redes sociales hacen gran parte del trabajo.

La combinación de videos virales, plataformas sociales y boletines informativos semanales permite al ISIS mantener su mensaje y filosofía en circulación, incluso tras la caída de su califato en Irak y Siria.

"El terrorismo es, en esencia, comunicación", sostiene Schindler. Este enfoque moderno de propaganda se convierte en un desafío para la seguridad global, ya que el grupo ha logrado transformar su movimiento en una franquicia global, extendiendo su influencia más allá del Medio Oriente.

Los capítulos activos de ISIS se pueden encontrar en lugares tan diversos como Afganistán, Somalia, Malí, el Congo, el Cáucaso y Turquía, entre otros.

La capacidad del Estado Islámico para adaptarse y evolucionar en un entorno cambiante es un recordatorio de los desafíos que representan las ideologías extremistas en el siglo XXI.

Aunque la pérdida de territorio ha sido significativa, su estrategia mediática continúa permitiendo que su mensaje resuene entre potenciales seguidores, dificultando los esfuerzos para erradicar su alcance global y sus ideologías peligrosas.