El reciente ataque en Moscú es un recordatorio de la capacidad estratégica del Estado Islámico para llevar a cabo ataques de gran magnitud fuera de sus países de origen.

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En el mundo, y especialmente en Europa, muchos creían que la amenaza del Estado Islámico había terminado en la polvorienta ciudad siria de Baghuz en 2019, cuando los remanentes de la organización finalmente sucumbieron a la campaña llevada a cabo en su contra por las Fuerzas Democráticas Sirias apoyadas por los Estados Unidos.

Sin embargo, el ataque en el Crocus City Hall en Moscú y la posterior reclamación de responsabilidad por parte del Estado Islámico es un recordatorio de que el grupo continúa teniendo un alcance estratégico y ha mantenido la capacidad de llevar a cabo ataques con múltiples víctimas contra objetivos fuera de sus países de origen.

Saidakrami Rachabalizoda, un sospechoso en el ataque en Moscú en el que murieron 130 personas, compareció en la corte con lesiones faciales y un gran vendaje en la oreja.

Aunque el califato ficticio del Estado Islámico no fue erradicado en Baghuz, la organización ha ido recuperándose poco a poco y, en su forma atomizada, se ha vuelto cada vez más activa.

Tiene un control territorial significativo y, por lo tanto, libertad de acción en África.

Sin embargo, para Occidente, lo que sucede en África suele ser de poco interés, por lo que el papel del Estado Islámico allí ha pasado en gran medida desapercibido.

La campaña del Estado Islámico en el oeste de África es un éxito, incluso si sigue siendo periférica al enfoque principal del grupo: consolidar su último bastión en Oriente Medio, así como llevar a cabo ataques contra potencias extranjeras con las que está en conflicto.


Se estima que quedan varios miles de militantes en Siria e Irak.

Continúan llevando a cabo ataques contra blancos aislados del gobierno sirio y contra civiles en la vasta región desértica del este del país.

Sin embargo, la presencia de fuerzas respaldadas por Estados Unidos en Siria e Irak, y de fuerzas gubernamentales respaldadas por Rusia en Siria, ejerce suficiente presión sobre el Estado Islámico para limitar su capacidad de planificar o ejecutar operaciones en el extranjero.

Los objetivos estratégicos más amplios del Estado Islámico, de llamar la atención y obtener reconocimiento a través de ataques contra sus enemigos regionales, occidentales y europeos, suelen lograrse mejor mediante su presencia en áreas donde tiene suficiente libertad de acción para planificar ataques externos en lugar de centrarse únicamente en la supervivencia.

El Estado Islámico reclamó la responsabilidad por el ataque en el Crocus City Hall.

Esa tarea parece estar siendo llevada a cabo en la actualidad por la Provincia Jorasán del Estado Islámico (IS-K), el afiliado afgano del grupo.

Aunque los talibanes tienen una actitud negativa hacia el Estado Islámico, la realidad de Afganistán y las capacidades y gobierno talibanes han permitido al Estado Islámico establecer una mayor libertad de acción allí que en cualquier otro lugar, aparte de quizás África.

A diferencia de África, sin embargo, la facilidad con la que IS-K puede entrar en Europa u otros lugares es notablemente diferente.