La retirada del presidente Biden de la contienda electoral deja a Kamala Harris como la principal candidata demócrata ante Trump, lo que podría impactar las relaciones internacionales.

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La reciente decisión del presidente de Estados Unidos, Joe Biden, de abandonar la carrera electoral ha cambiado el paisaje político del país, abriendo las puertas a una nueva candidatura demócrata que probablemente será ocupada por la actual vicepresidenta Kamala Harris.

A los 81 años, Biden deja atrás su aspiración a la reelección, lo que genera un vacío que Harris está lista para llenar, posicionándose como la contendiente frente al ex presidente Donald Trump en las elecciones de noviembre.

Este giro en los acontecimientos podría tener repercusiones significativas no solo a nivel nacional, sino también en las relaciones internacionales de Estados Unidos, especialmente con aliados como Australia.

Biden ha mantenido una estrecha amistad con el primer ministro australiano Anthony Albanese, relación que podría verse afectada por su salida del escenario electoral.

Se espera que la ascendencia de Harris incremente el enfoque en la región Asia-Pacífico, especialmente por su herencia india, un aspecto que podría influir en su política exterior.

A pesar de que Harris parece ser la nueva líder demócrata, los analistas y casas de apuestas siguen considerando a Trump como el candidato más probable para ocupar nuevamente la Casa Blanca.

Sin embargo, una reciente encuesta de Reuters/Ipsos muestra que Harris mantiene una leve ventaja sobre Trump, con un 44% de apoyo frente al 42% del ex presidente.

Desde un punto de vista diplomático, Australia observa con atención la situación.

La ambigüedad de la relación entre el embajador australiano en EE. UU., Kevin Rudd, y Trump ha generado preocupación.


Rudd ha sido crítico del ex presidente, describiéndolo en ocasiones como "el presidente más destructivo de la historia" y un "traidor al mundo occidental", comentarios que podrían dificultar su interacción con la administración de Trump en caso de que regrese al poder.

Rudd ha hecho llamamientos públicos para que la comunidad internacional "no se angustie" ante la posibilidad de una segunda presidencia de Trump.

Esta postura pretende tranquilizar tanto a los aliados europeos como a Trump mismo, quien no ha recibido con buenos ojos las críticas, despreciando a Rudd al calificarlo como "no la bombilla más brillante" y un poco "malévolo".

Este juego de palabras y críticas expone la tensa dinámica entre ambos, mostrando que aunque Rudd se ha esforzado en minimizar las diferencias, las palabras hirientes todavía tienen efecto en la política internacional.

Los comentarios de Rudd fueron llevados a la atención de Trump en una entrevista con Nigel Farage, quien insinuó que el embajador australiano decía cosas "horribles" sobre él.

Con el telón de fondo de estas tensiones, los próximos meses serán cruciales para determinar el destino político de Estados Unidos y el impacto que esto tendrá en su presencia global.

La figura de Kamala Harris comenzará a cobrar protagonismo, mientras que la sombra de Trump sigue presente, marcando el camino hacia unas elecciones que prometen ser competitivas y, sin duda, controvertidas.