En un clima electoral marcado por tensiones entre Estados Unidos y China, los candidatos de ambos partidos se acusan mutuamente de conexiones con el gigante asiático.

En los meses previos a las elecciones de 2024, tanto demócratas como republicanos están aprovechando la creciente tensión entre Estados Unidos y China para desacreditar a sus oponentes.

Con insinuaciones oscuras sobre posibles reclutamientos de espionaje por parte del Partido Comunista Chino y acusaciones de beneficios económicos derivados de empresas chinas, la estrategia para vincular a los adversarios políticos con el gigante asiático ha cobrado fuerza.

En un momento en que la opinión pública estadounidense es cada vez más crítica hacia China por su presunto papel en la crisis del COVID-19, así como en la crisis de opioides que afecta al país, los candidatos ven una oportunidad de oro para consolidar sus campañas.

Según la consultora política republicana Whit Ayres, "China no goza de una gran popularidad entre los estadounidenses en estos días". La percepción general es que el país asiático es culpable de robo de propiedad intelectual y que no respeta las normas del comercio internacional.

Históricamente, la crítica hacia China ha sido un elemento común en la política estadounidense, especialmente desde la administración del expresidente Donald Trump, quien en su campaña de 2016 hizo del endurecimiento de la relación comercial con China uno de sus principales ejes, introduciendo tarifas arancelarias y cargando contra la externalización de empleos.

Sin embargo, el contexto actual, marcado por un aumento de las tensiones geopolíticas, ha llevado esta disputa a un nuevo nivel de intensidad.

El número de anuncios de campaña que mencionan a China ha aumentado considerablemente; hasta la fecha, se han contado un total de 171 anuncios relacionados con este tema, según la base de datos AdImpact.

Mientras que en elecciones anteriores los republicanos dominaban el discurso en torno a China, este año los demócratas están tomando la delantera en la creación de anuncios que critican a sus oponentes por sus lazos con el país asiático.

Durante el ciclo electoral de 2020, el 82% de los anuncios relacionados con China fueron financiados por republicanos, mientras que este año solo el 36% de estos vienen del Partido Republicano.

Esta nueva dinámica en las campañas refleja una preocupación genuina entre los votantes sobre el papel cada vez más asertivo que China juega en el escenario mundial.

Bajo el liderazgo del presidente Xi Jinping, el país ha expandido rápidamente su poder militar y su presencia global, generando tensiones especialmente con aliados de Estados Unidos, como Taiwán y Filipinas.

Las campañas políticas están utilizando estas temáticas para crear un ambiente de miedo y desconfianza, apuntando a que los electores elijan a candidatos que prometan un enfoque más riguroso hacia las amenazas que representa China.

Con la elección presidencial a la vuelta de la esquina, la batalla política entre candidatos se intensifica, y el país se prepara para un debate que no solo definirá el futuro de las relaciones entre Estados Unidos y China, sino que también marcará el rumbo de la política interna estadounidense por años venideros.