Un nuevo libro destapa el contacto secreto entre Donald Trump y Vladimir Putin durante la escasez de pruebas de COVID-19.
En un desarrollo sorprendente que reaviva el debate sobre las relaciones entre Estados Unidos y Rusia, un nuevo libro del reconocido periodista de investigación Bob Woodward ha revelado que el expresidente Donald Trump envió de forma secreta pruebas de COVID-19 al presidente ruso Vladimir Putin, justo en un momento en que había una escasez crítica durante la pandemia.
Estas revelaciones se producen a menos de un mes de las elecciones en Estados Unidos, intensificando la atención sobre la conexión entre Trump y Putin, en un clima donde muchos republicanos buscan reducir la financiación militar destinada a Ucrania.
Según el libro titulado 'War', Woodward cita a un asistente anónimo de Trump, quien menciona que el exmandatario y el líder ruso tuvieron conversaciones que podrían haber llegado hasta siete intercambios desde que Trump dejó la Casa Blanca.
A lo largo de los años, la relación entre Trump y Putin ha sido objeto de un intenso escrutinio, especialmente desde que Trump lanzó su campaña presidencial en 2016.
Durante aquella época, la posibilidad de que Rusia hubiera interferido en las elecciones generó serias dudas sobre la lealtad de Trump hacia Estados Unidos.
En este contexto, la conversación sobre las pruebas de COVID-19 es particularmente reveladora.
Según Woodward, el presidente Putin le solicitó a Trump mantener esta información en secreto, expresando que las personas se enojarían si se enteraran de que el presidente estadounidense estaba ayudando a Rusia.
Los comentarios de Putin reflejan una gestión cuidadosa de la información, en medio de crecientes tensiones entre Moscú y Occidente.
En respuesta a las acusaciones y revelaciones, un portavoz de la campaña de Trump, Steven Cheung, desestimó el contenido del libro, llamándolo fabricaciones de un 'hombre verdaderamente loco' quien, según él, sufre de un desorden conocido como 'síndrome de rechazo a Trump'.
Las palabras del portavoz parecen intentar minimizar el impacto de las revelaciones, pero sin duda suponen un desafío para el candidato republicano, especialmente dadas las actuales preocupaciones sobre la influencia extranjera en los procesos electorales de Estados Unidos.
En una reciente rueda de prensa, un funcionario de la Oficina del Director de Inteligencia Nacional advirtió sobre el esfuerzo de Moscú por influir en las elecciones alentar a la opinión pública estadounidense a oponerse a políticas y figuras pro-Ucrania.
La relación de Trump con Putin ha generado también debates sobre la política exterior estadounidense, especialmente en lo que respecta a la intimidación en Europa del Este.
Con las fuerzas ucranianas luchando contra la anexión de Crimea y el conflicto en el Donbás, los pilotos políticos que apoyan a Ucrania enfrentan, más que nunca, grandes desafíos.
Las revelaciones de Woodward no solo alimentan la narrativa sobre la influencia rusa, sino que también abren la puerta a una serie de preguntas sobre cómo la administración Trump navegó estas relaciones en un momento crítico de la historia reciente y qué implicaciones pueden tener para la política futura de Estados Unidos.