Donald Trump, en su próximo mitin en el Madison Square Garden, revive tensiones históricas que reflejan comportamientos enraizados en la política estadounidense.
Con la anunciada reunión de Donald Trump en el icónico Madison Square Garden de Nueva York, la polémica no se ha hecho esperar.
Este recinto, que tiene un pasado inquietante que remonta hasta el 20 de febrero de 1939, ha sido testigo de eventos que han marcado la historia estadounidense.
En aquella ocasión, más de 20,000 personas se congregaron para un mitin de partidarios de la causa nazi, donde ondeaban banderas estadounidenses junto a los símbolos de la Alemania de Hitler, creando un ambiente de tensión y patriotismo distorsionado.
La mayoría del público en esa ocasión respondía a una ideología que buscaba purificar la América de las influencias extranjeras y radicales.
James Wheeler-Hill, secretario del partido nazi estadounidense en aquel entonces, tergiversó la figura de George Washington, afirmando que, de estar vivo, habría hecho amistad con Adolf Hitler.
Esta idea de la 'pureza' y la 'patria' se presenta de nuevo cuando Trump habla de su mensaje de "América Primero", que busca expulsar las 'influencias alienígenas' y a la 'extrema izquierda'.
Desde que comenzó su campaña, Trump ha hecho eco de las tácticas de aquellos rallys históricos.
Los creadores de "Una Noche en el Jardín", un documental que ha ganado el Oscar, afirman que las características de sus mítines son inconfundibles: ataques ferozes a la prensa, apelaciones al patriotismo y el nacionalismo blanco, así como el llamado a una audiencia que se considera a sí misma como los 'verdaderos' estadounidenses en un país que, según ellos, ha sido tomado por una minoría despreciada.
En este contexto, las palabras 'ilegales' o 'liberales' han remplazado a 'judíos', siguiendo el mismo patrón de racialización y exclusión.
Trump ha enfrentado críticas por sus vínculos con movimientos de extrema derecha y su ambigüedad en condenar los actos de violencia.
En 2017, al referirse a los enfrentamientos en Charlottesville, Virginia, dijo que había 'gente buena en ambos lados', un comentario que fue ampliamente condenado y que trajo a la luz sus inclinaciones hacia el extremismo.
Más recientemente, ha hecho comentarios antisemiticos, sugiriendo que si no ganaba las elecciones, los judíos tendrían una parte en dicha derrota.
Esto alimenta aún más el diálogo de la 'maldición interior', que Trump ha mencionado como el enemigo a combatir con fuerza militar.
Los recientes comentarios de figuras militares de alto rango, como el General Mark Milley y John Kelly, quienes han calificado a Trump de fascista y peligroso para el país, son un reflejo de la alarmante realidad política actual.
Milley expresó que ahora se da cuenta de que Trump es 'una persona totalmente fascista' y debería ser excluido del poder.
Su mitin en Nueva York no es solo un regreso como ex presidente, sino también como figura que evoca un pasado oscuro.
La historia de Madison Square Garden no se limita a ser un lugar para celebraciones y deportes; también lleva consigo el peso de una ideología desalmada que ha pretendido dividir y destruir a la sociedad estadounidense.
A medida que se aproxima el evento, queda la pregunta de qué legado dejará en la historia política actual y cómo será recordado este capítulo en la narrativa estadounidense.