El expresidente Donald Trump enfrenta una carrera presidencial marcada por escándalos y acusaciones, convirtiendo su situación legal en un aspecto central de su campaña.

Washington: Al analizar la historia de las elecciones de 2024, es probable que una de las imágenes más icónicas que dicha elección ilustre sea la fotografía policial de Donald Trump, tomada tras una de sus cuatro acusaciones judiciales, mirándose al espejo con su característica mirada desafiante.

Esta imagen representa no solo la falta de vergüenza de Trump, sino también su desafío ante lo que podría convertirse en un hecho sin precedentes: ser un candidato a la presidencia de los Estados Unidos con antecedentes penales.

Por primera vez en la historia de América, podría enviarse a un criminal a la Oficina Oval y confiarle, entre otras cosas, los códigos nucleares.

Lo que antes habría sido un impedimento rotundo parece no afectar en absoluto su intentona de obtener un segundo mandato, el cual ha declarado que estará enfocado en la "retribución".

La candidatura de Trump ha sido un torbellino que ha desafiado las normas tradicionales de la política estadounidense, destacando su capacidad para sobrevivir a escándalos que habrían arruinado a otros candidatos.

Su estrategia ha sido convertir cada acusación en una oportunidad, posicionándose como una víctima en lugar de un infractor habitual.

En sus mítines, repite una narrativa que resuena con sus seguidores: "No me persiguen a mí, persiguen a ustedes, y yo solo estoy en el medio". Sin embargo, esta retórica ignora su largo historial de escándalos que se extiende a lo largo de sus 78 años de vida, mucho antes de entrar en la política.

Desde su vida personal hasta su carrera empresarial, Trump ha sido acusado de múltiples irregularidades, investigado por diversos fiscales y demandado en múltiples ocasiones.

Las quiebras de sus empresas son numerosas, al igual que los fracasos comerciales.

Ha enfrentado procesos judiciales por incumplimientos con sus proveedores, deudas con bancos e incluso conflictos legales dentro de su propia familia.

Además, durante la Guerra de Vietnam, evadió el reclutamiento y ha sido criticado por no haber pagado impuestos de ingresos durante varios años.

Los problemas legales de Trump son muchos y variados, incluido un caso significativo en el que se le ordenó pagar decenas de millones de euros a estudiantes que alegaron haber sido estafados por él.

Su empresa inmobiliaria fue condenada en un tribunal penal por delitos fiscales, un golpe devastador para alguien que ha construido una imagen de magnate exitoso.

En términos de comportamiento personal, Trump ha sido objeto de críticas por sus comentarios despectivos hacia las mujeres, así como por ser acusado de haber engañado a sus tres esposas.

Más de dos docenas de mujeres han denunciado públicamente comportamientos de acoso sexual por parte del expresidente, incluyendo un caso de abuso sexual que fue reconocido como verídico por un jurado en un juicio civil.

Además de sus escándalos personales, Trump también se convierte en una figura histórica como el único presidente estadounidense que ha sido sometido a juicio político dos veces, el primero por abusos de poder y el segundo por incitación a la insurrección.

También es el primer presidente que ha sido acusado de delitos y el único en ser condenado por un delito grave (34 en total). Utilizó su posición para penalizar a adversarios y tratar de mantener el poder basándose en una mentira evidente.

Esto ha generando un entorno político donde el contexto de la ley y el orden se ha vuelto cada vez más difuso.

A medida que se acercan las elecciones, el fenómeno Trump continúa desafiando la lógica política y judicial de los Estados Unidos.