Una reciente encuesta muestra el rechazo continuo de los votantes de Nueva York hacia Donald Trump, incluso en su lugar de origen.
Recientemente, en una tarde del mes pasado, regresando a casa, noté una multitud aglomerada al final de la calle.
A medida que me acercaba, me di cuenta rápidamente de que se trataba de una protesta, y el objetivo era evidente.
Con un helicóptero sobrevolando y varios policías armados en la escena, los manifestantes levantaban carteles que decían "Perdedor Fracasado", "Convicto" y "Delincuente", con la imagen de Donald Trump en ellos.
"¿Viene aquí?", preguntó en voz alta una niña que observaba a su madre.
"¡Pero a todos les desagrada!". La ciudad de Nueva York es la cuna de Trump, el lugar donde forjó su fama y fortuna.
Desde la Quinta Avenida hasta Wall Street, su nombre se encuentra en rascacielos que dominan algunas de las calles más prestigiosas de la metrópoli.
Sin embargo, incluso los más jóvenes parecen tener claro el desprecio que muchos residentes sienten hacia el hombre que busca su voto este noviembre.
Mencionar el nombre de Trump a un amigo, un neoyorquino de carácter tranquilo, provoca una lluvia de insultos.
Una encuesta realizada por Siena College y publicada el martes indica que el 72 por ciento de los votantes de la ciudad de Nueva York ven a Trump de manera negativa.
"Hemos estado midiendo la opinión sobre Donald Trump durante más de una década y entre los votantes de Nueva York nunca fue popular antes de ser presidente, tampoco mientras ocupó la presidencia y sigue siendo mal visto entre los neoyorquinos", afirma el encuestador Steven Greenberg.
"Trump fue una figura clave en la ciudad durante décadas antes de entrar en la política.
Era un habitual en las revistas del corazón durante los años 70, 80 y 90. Los neoyorquinos conocen a Donald Trump, y sus sentimientos están bastante arraigados".
La incapacidad de Trump para conquistar a los neoyorquinos debe ser una espina en su costado.
Sin embargo, para ser justos, las probabilidades siempre han estado en su contra.
Han pasado 40 años desde que el estado de Nueva York votó por última vez a un republicano para la Casa Blanca.
Nueva York, donde solo el 10 por ciento de los votantes registrados son republicanos, es el núcleo de este bastión demócrata.
Aparte de las lealtades partidistas, el carácter de Trump parece irritar verdaderamente a los residentes.
Su estilo directo y a menudo polémico ha generado desconfianza y desagrado en un electorado que busca mayor conexión y empatía por parte de sus líderes.
En una ciudad conocida por su diversidad y su vibrante cultura, Trump ha sido visto como alguien que representa valores contrarios a los del neoyorquino promedio.
A medida que se aproxima la temporada electoral, es evidente que la estrategia de Trump para conquistar a los votantes de su ciudad natal enfrentará un reto considerable.
La historia indica que Nueva York ha mantenido su inclinación hacia el partido demócrata, y el hecho de que el exmandatario busque revertir esta tendencia será, sin duda, una tarea monumental.