La desinformación relacionada con huracanes y la respuesta del gobierno muestra cómo las teorías conspirativas están afectando la política en EE. UU.
Recientemente, tras el paso del huracán Milton por Florida, surgieron numerosas teorías conspirativas en redes sociales, muchas de ellas alimentadas por políticos electos.
A pesar de que los estudios científicos demuestran que los seres humanos no tienen la capacidad para crear o controlar huracanes, se escucharon afirmaciones erróneas de que el gobierno de EE. UU. estaba detrás del desastre natural.
Estos rumores fueron ampliados por una congresista republicana, evidenciando una tendencia creciente de desinformación en el ámbito político.
Una de las afirmaciones más dañinas provino de Donald Trump, quien en un mitin en Michigan declaró que la administración Biden había recortado los presupuestos para la recuperación de desastres.
Dijo: "Robaron el dinero de FEMA (Agencia Federal para el Manejo de Emergencias) como si hubiera sido de un banco, para dárselo a sus inmigrantes ilegales que quieren votar por ellos esta temporada". Estas afirmaciones carecen de fundamento y son evidencias de un comportamiento político que convierte toda decisión en un ataque hacia los inmigrantes que, según Trump, son parte de un esquema más grande para 'robar' las elecciones.
Además, Trump acusó al gobierno de dejar a las áreas devastadas sin ayuda durante varios días y de no enviar helicópteros, afirmaciones que han sido refutadas.
Esta desinformación está teniendo graves repercusiones: los meteorólogos están recibiendo amenazas de muerte y FEMA ha manifestado que estos rumores impiden que las personas busquen la ayuda que necesitan, obstaculizando así los esfuerzos de recuperación.
La situación actual refleja una tendencia más amplia dentro de la política estadounidense, donde la desinformación se ha convertido en una herramienta habitual en el arsenal político.
Un ejemplo notable fue el primer intento de asesinato de Donald Trump, que generó una serie de teorías conspirativas, tanto de sus seguidores como de sus detractores.
Para algunos, fue un intento de la 'deep state' por eliminar a un presidente; para otros, una operación de bandera falsa diseñada por Trump mismo para ganar simpatía electoral.
Si bien antes la desinformación era un fenómeno casi exclusivo de las comunidades de derecha, ahora se ha extendido a otros círculos políticos.
Un caso reciente es el de la falsa historia sobre el candidato republicano a la vicepresidencia, J.D. Vance, que insinuaba que había tenido relaciones con un sofá, lo cual fue utilizado de forma burlona por el equipo de Kamala Harris.
Aunque es menos perjudicial que el robo de votos o afirmaciones extremas, este tipo de comentarios indican que la desinformación ha logrado infiltrarse en diferentes sectores políticos.
Como muestra la historia reciente, la desinformación no solo afecta la opinión pública, sino que también tiene implicaciones en la seguridad y la política de un país.
Las respuestas gubernamentales a los desastres naturales y la gestión de emergencias deben basarse en hechos verificables, y no en rumores alimentados por agendas políticas.
A medida que nos adentramos en un ciclo electoral cada vez más polarizado, es crucial que la ciudadanía exija información precisa y verificada, y que se tomen medidas para mitigar el impacto de la desinformación en la sociedad.