El arresto de un australiano en Ucrania subraya los peligros de los combatientes extranjeros en la guerra, expuestos a ser utilizados como piezas de negociación por parte de Rusia.

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La reciente captura de un soldado australiano por las fuerzas rusas ha resaltado los peligros que enfrentan los combatientes extranjeros, que no solo arriesgan sus vidas, sino que también pueden ser utilizados como cartas de negociación en el ámbito internacional.

Oscar Jenkins, un hombre de 32 años originario de Melbourne, fue capturado mientras luchaba en la región del Donbás con la Legión Internacional de Defensa de Ucrania.

En un video difundido a través de las redes sociales, Jenkins se muestra con ropa de camuflaje militar, sus manos atadas y con una persona hablando en ruso que le exige identificar su nacionalidad.

"Soy australiano", respondió Jenkins, en lo que se ha vuelto un momento escalofriante.

El video fue compartido por Alexander Sladkov, un propagandista militar de Rusia, quien aseguró que Jenkins enfrentaría un juicio que podría llevarlo a una larga pena de prisión.

Según el código penal ruso, el "mercenarismo" puede conllevar penas de hasta 15 años de cárcel.

Actualmente, Rusia está manejando casi 600 casos penales contra combatientes extranjeros, entre los que predominan ciudadanos de Estados Unidos, Georgia, Reino Unido, Canadá, Lituania y Letonia.

Se estima que más de 20,000 reclutas se han unido a la Legión Internacional de Ucrania, aunque el número exacto de australianos que combaten allí es incierto, con reportes que varían de 30 a 200 hombres.

Desde el inicio de la guerra en febrero de 2022, ocho australianos han perdido la vida.

Sin embargo, no está claro si estos combatientes tienen lazos patrióticos con Ucrania o si son buscadores de fortuna.

Antes de su compromiso con la legión, Jenkins había estado viviendo y enseñando en China desde 2015.

Al inicio del conflicto, el gobierno australiano advirtió sobre las posibles implicaciones legales que enfrentan los ciudadanos que deciden luchar en guerras extranjeras, bajo la Ley de Invasiones Extranjeras y Reclutamiento, lo que los podría dejar expuestos a sanciones al regresar a su país.


A pesar de las advertencias, hasta ahora, ninguna persona ha sido procesada.

A pesar de la falta de acción legal, las identidades de algunos australianos que luchan en Ucrania son bien conocidas dentro de la comunidad de emigrantes.

En las plataformas digitales, algunas cuentas australianas colaboran con blogueros militares rusos para llevar a cabo una campaña de acoso hacia estos combatientes, revelando sus nombres, fotos y detalles personales, e instando a su captura o "exterminio" si regresan a Australia.

Las familias de estos soldados también suelen ser objeto de hostigamiento.

Desde la perspectiva rusa, los combatientes extranjeros son considerados valiosas herramientas.

Se les busca activamente para facilitar intercambios de prisioneros, y escuchar acentos en las radios de batalla se ha vuelto una práctica común.

En agosto pasado, al menos 24 personas participaron en un intercambio de prisioneros entre Rusia y algunos países occidentales, incluyendo Estados Unidos y Alemania.

Australia ha mantenido un apoyo constante a Ucrania durante esta crisis geopolítica, que incluye el suministro de materiales, vehículos, armas, municiones y capacitación.

La semana pasada, la Ministra de Relaciones Exteriores, Penny Wong, anunció la reapertura de la embajada australiana en Kyiv, casi tres años después de su cierre.

Las guerras extranjeras han representado siempre una tentación para expatriados, idealistas y mercenarios.

La captura de Jenkins, ahora potencial herramienta de negociación para Rusia, pone de relieve los riesgos elevados que enfrentan aquellos que deciden involucrarse en conflictos armados lejos de su hogar.