China está experimentando una significativa caída de inflación, generando presión para evitar la deuda y la deflación que atrapó la economía japonesa durante décadas.
China se encuentra bajo una creciente presión para evitar una posible 'japonificación' debido a la caída de su tasa de inflación.
Los datos publicados el pasado viernes muestran que China experimenta un importante periodo de desinflación, con una caída de los precios al consumidor.
Si bien los precios al consumidor subieron un 0.3 por ciento interanual en diciembre, este aumento se compara con los últimos meses deprimidos del año 2022, antes de que se levantaran las estrictas medidas contra el COVID-19. Durante todo el año, los precios al consumidor solo aumentaron un 0.2 por ciento, el nivel más bajo en 13 años.
Por otro lado, los precios de fábrica o puerta de fábrica cayeron un 2.7 por ciento interanual en diciembre, marcando el decimoquinto mes consecutivo de caída debido a la capacidad excesiva y la débil demanda interna que impacta en los precios de exportación.
Las exportaciones de China experimentaron su primer declive anual en siete años, con una caída del 4.6 por ciento, debido a la desaceleración de la economía global y las crecientes tensiones geopolíticas.
Las exportaciones hacia Estados Unidos cayeron un 13.1 por ciento, lo que podría resultar en la pérdida de China como el mayor exportador hacia Estados Unidos en casi dos décadas.
Las importaciones también se debilitaron, con una caída del 5.5 por ciento durante todo el año, reflejando la disminución de la demanda interna y las restricciones impuestas por Estados Unidos en las ventas tecnológicas hacia China.
La desinflación en China se debe a la implosión en el sector inmobiliario y su impacto en la actividad económica, así como a la pérdida de confianza y riqueza de la clase media, y a la desapalancamiento tanto del sector inmobiliario como del sector de infraestructura, que antes fueron los impulsores clave del crecimiento chino.