Un análisis sobre la obsesión de muchos australianos con la política estadounidense y la posibilidad de tener voz en las elecciones.

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En Australia, los ciudadanos están mostrando un interés cada vez mayor en las elecciones presidenciales de Estados Unidos, a tal punto que algunos proponen que deberían tener la capacidad de decidir el resultado.

Esta situación parece extraña, pero el seguimiento de la política estadounidense, en particular de los eventos relacionados con las elecciones, ha crecido notablemente entre los australianos.

La atención que prestan los australianos a los acontecimientos políticos de EE. UU. se observa fácilmente en las listas de las noticias más leídas de los portales de internet.

Muchos se reúnen con amigos y familiares para intercambiar opiniones sobre discursos de figuras políticas como Michelle Obama o para especular sobre la posible aparición de celebridades en eventos políticos.

Este fenómeno ha crecido al punto de que una noche de domingo en Estados Unidos, donde no hay programas de noticias nocturnos, puede llevar a los fanáticos australianos a sentir que su vida carece de sentido sin ese contenido para consumir.

Los australianos se consideran a menudo conocedores de la política estadounidense, utilizando términos específicos y familiarizándose rápidamente con conceptos como "DNC" y los estados clave en las elecciones.

Es fácil ver cómo la población australiana se sumerge en el lenguaje y la cultura política de EE. UU., incluso refiriéndose a personajes como Anthony Scaramucci como si fueran miembros cercanos de la familia.

Un australiano podría, de hecho, citar un podcast de Scaramucci horas después de su publicación, presumiblemente más rápido que muchos estadounidenses.


A pesar de esta dedicación, existe una paradoja en la que muchos australianos parecen estar más informados sobre la política estadounidense que sobre la política de su propio país.

Por ejemplo, se puede mencionar al actual Secretario de Transporte de EE. UU., Pete Buttigieg, y no muchos australianos podrían decir quién es el ministro de transporte de su país, mostrando una desconexión alarmante en el entendimiento de sus propios asuntos.

Este interés por la política estadounidense no es nuevo.

Históricamente, la política progresista de EE. UU. ha influido en el Partido Laborista Australiano, que adopta la ortografía estadounidense de "Labor" como símbolo de su enfoque hacia el futuro.

Harold Holt, un primer ministro australiano, incluso llegó a rimar su admiración por el presidente estadounidense Lyndon B. Johnson con el famoso eslogan “All the way with LBJ”.

La devoción por la política estadounidense ha continuado a lo largo de las décadas, hasta el punto en que algunos líderes australianos han comparado su país con el papel de un "sheriff adjunto" de EE. UU. Es evidente que, a pesar de la falta de derecho a voto en las elecciones estadounidenses, los australianos continúan comprometidos y apasionados por los resultados que se desarrollan a miles de kilómetros de distancia.

En ese sentido, muchos australianos sienten que su opinión debería contar, dado su profundo conocimiento y el interés colectivo en los sucesos políticos de la nación norteamericana.