Un llamado a la acción y a la conciencia de líderes para combatir el antisemitismo en Australia
Durante 17 años, me sumergí en el torbellino encapsulado en la palabra cargada de significado 'antisemitismo'. Como directivo principal de la Junta de Diputados Judíos de Nueva Gales del Sur, esta realidad era parte de mi día a día.
En este espacio, se entrelazaba una historia de pogromos y persecuciones, discriminación y odio racial, culminando en el momento más oscuro representado en una sola palabra: Holocausto.Recuerdo el episodio en el cual un estudiante judío que estudiaba para ser mecánico de automóviles sufrió abuso racial por parte de sus compañeros durante dos años.
Sus reclamos a las autoridades fueron en vano, lo que llevó a que le aconsejaran buscar otro campus.
Fue entonces cuando, como líder inspirador, desarrollé un protocolo de 10 puntos contra la intolerancia para el colegio y el estudiante pudo completar sus estudios.También está el incidente en el cual las estudiantes de una escuela privada de niñas publicaron imágenes de sí mismas con los brazos en cruz para representar una esvástica.
Las fotos venían acompañadas de mensajes como 'Es hora de quemar a los judíos' y 'Es hora de gasear a los judíos'. Afortunadamente, la escuela respondió de manera proactiva y se implementaron medidas tanto correctivas como educativas, rehabilitadoras y punitivas.No se puede dejar de mencionar el sermón en el cual un sacerdote describe a los judíos como 'un pueblo celoso'. Ante las críticas acerca de cómo un mensaje que denigraba a los judíos se ajustaba a la ética de inclusión social de la iglesia, el sacerdote se mantuvo firme en su postura.
Según él, se refería a los judíos de la época de Jesús, asumiendo que su audiencia establecería una línea divisoria entre los judíos de entonces y los de ahora, e intuitivamente entendería que los judíos actuales no tienen la culpa.Tampoco se puede pasar por alto la insólita conclusión de un partido de fútbol entre un equipo judío sub-20 y un equipo suburbano, cuando un jugador oponente bajó sus pantalones, mostró sus nalgas y gritó: '¡Límpiame el trasero con tu sombrero judío!'.Los incidentes eran interminables, provenientes de todos los sectores de la sociedad civil.
Sin embargo, más allá de la variedad de circunstancias, un denominador común los sustentaba a todos: el factor clave para determinar si se podían lograr resultados positivos era el liderazgo.
O su ausencia.Todo esto nos lleva a la alarmante situación que enfrentan los judíos australianos en la actualidad.
La cantidad de profesionales y personalidades, políticos y predicadores que han añadido su propia versión de prejuicio al impulso anti-judío lleno de odio desafía la razón.Es necesario que los líderes de todos los ámbitos, ya sean políticos, religiosos, educativos o de la sociedad en general, tomen conciencia de su responsabilidad en la lucha contra el antisemitismo.
Solo a través de un liderazgo comprometido y valiente se podrá combatir esta lacra, construyendo una sociedad más justa y respetuosa.En Australia, cada individuo, cada organización y cada institución tienen un papel fundamental en la promoción de la inclusión y la tolerancia.
Es hora de que todos seamos lideres en la lucha contra el antisemitismo y cualquier forma de discriminación.
No debemos permitir que el odio y el prejuicio contaminen nuestra sociedad.
Juntos, podemos marcar la diferencia y construir un futuro más igualitario y solidario.